domingo, 31 de julio de 2011

En llamas.



Cae el invierno incierto a plomo
sobre los tejados
que ya no tienen sonido
ni son camino a pie de cielo
para los gatos.

Hoy te convoco, mercenario astral,
porque tú como yo intuyes
que hay chispas que se alimentan de momentos
y fuegos que nacen de lo fugaz.
Y que es tan certero el miedo como el sueño.

Se llenan las azoteas
de estrellas derribadas por encargo. Y allí,
donde cruzas tus pies, donde escondes la mano
ha agotado su suerte otra luz sin fortuna
por un simple deseo.
Y yo no quiero uno,
quiero una lluvia de desguerras,
de sonrisas,
quiero un océano de olas
y cenizas.

No quiero un instante.
Quiero la eternidad en llamas.

viernes, 29 de julio de 2011

Taquigrafía

Parece mentira que mi última entrada fuera en febrero... no he estado ociosa desde entonces, he escrito cosas aquí y allá, pero nada más que bocetos, pinceladas, versos sueltos. Soy una poeta de invierno, qué le vamos a hacer. La lluvia, el frío, tienen algo que hace que las ideas cristalicen como no lo logran durante las noches de verano, porque no sólo soy poeta de invierno sino también nocturna. Y es que es entonces cuando hablan las voces dormidas, al borde del sueño, cuando bailan los versos en la punta de los dedos, fluyendo lentamente a duermevela.

Taquigrafía.

 Viertes allí tu historia,
a quinientas pulsaciones por minuto
y cuando más lento se hunde el espacio
llega la hora de descorrer cerrojos
y revelar secretos.

Que no te frene la memoria
inconstante ni su aura de sueño,
que no te pare el fantasma
de las noches de insomnio.
Que no te atormente el eco de heridas
ni te detenga la sal,
que no te ahuyenten las huellas de pasadas huidas.

Porque todo eres tú, incluso lo que falta:
carreteras vacías, la puerta equivocada
cuando espera la tarde en la escalera,
el despertar amante de cortinas cerradas,
los latidos mientras cantan las aceras...