martes, 28 de diciembre de 2010

Cronotopia.

Ahora que están en huelga los hologramas,
que llueven cuando hay tormenta diamantes mojados,
ahora que pongo en off al razonamiento
y el corazón anda siempre desactualizado,
ahora que no domino las tecnologías
empiezo a cogerle el truco a entender por qué dormías
y dormías y nunca, nunca jamás soñabas
y me contabas tu nada entre café y galletas,
y yo te decía que el vacío era más que imposible
y hoy estamos a mil años luz de las ondas discretas.

Ahora que cambio tinta y papel por luz infraroja
y van cogiendo óxido de ozono las bicicletas,
ahora que están en peligro de extinción las estrellas
y está prohibido pedir deseos por si se apagan,
ahora que el mundo es un cuento de miedo para los niños
y los monstruos son los mismos de antaño con otras palabras,
ahora que la privacidad es sólo un mito urbano
y que la eternidad no es ya tan cara
me pregunto si estamos vivos o somos historia,
si la falta de olvido es la causa de tan malas memorias.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Corazón de invierno.

Voy a dejar que sea invierno de verdad,
por un día, sólo por un día.

Volverá a nevar en la ciudad,
se llenarán de heridas las esquinas
y allá en el fondo, en un rincón
suspirará dormido el sol,
por un día, sólo por un día.

Y los recuerdos arderán en las venas
mientras fuera
se congela el corazón
y habrá un silencio hueco
cuando el tiempo no quiera oir su voz
haciendo eco en callejuelas vacías
y aceras sin reloj,
por un día, sólo por un día.

No habrá esperanza
ni habrá libretto en el cajón
y cada actor traerá su máscara a la hoguera
y sombras diestras reinarán,
por un día, sólo por un día.

Llorará la felicidad
y cuando empiece a enloquecer la soledad
y bailen esqueletos en su vals de estrellas,
será el momento de empezar la cuenta atrás
y por un día, sólo por un día
el fin será volver a comenzar.

sábado, 4 de diciembre de 2010

W.W.W. (Wondering... Why Wait?)

Atrapada en el vórtice de la complicidad
donde cuesta dejarlo todo al azar.
Si te hablo y no escucho ya no quedan señales,
las farolas repasan dos sombras
que dividen las calles. Tu destreza
y mis manos desgajando cristales,
¿dónde estaban las horas? Entre piel
y distancia y una nube electrónica.

Ya no enreda mi red tus pestañas,
saltan vallas binarias las ovejas que hacían soñar
y hay un beso sin píxeles
y un piloto encendido
y la alarma del router que no vuelve a sonar.

Será que te estoy adivinando
y las teclas ya no buscan nuestros dedos.
Será que se ha roto el espejismo
donde tiempo y espacio eran lo mismo.

Jet lag y volver a encontrarnos en desfase horario.

Ya te has dado cuenta, ¿verdad?
Que el amor no permite ser otros
cuando estamos tan cerca.
Que es sencillo ser indiscretos
cuando estamos tan lejos
que el silencio no llega.

Ahora toca callar y dejar de escribir.
Esto se nos escapa y ya se acaba.
Hora de terminar.

F
73
0100 1110

domingo, 28 de noviembre de 2010

Descansando, al fin (A mi abuelo Antonio)


Viene el silencio joven de junio y tu voz,
que es un velero azul sobre carbones,
me llama cargada de naufragios.
Ahora en cada playa me sobran las gaviotas mercenarias,
me sobra la arena de los años pasados.

La pesca de horas brilla a escamas perdidas
y me corta la respiración
ese hueco de agallas.

Las pupilas querían olvidar el mar
y no podían,
igual mi olvido estaba escaso de recuerdos
pero olía a libro viejo y polvo nuevo
de brea blanca y cal oscurecida.
Poniente era una exclamación sobre el mundo
y el sol, un incorrecto punto suspensivo
que pausaba la conversación de las aves:
ellas trinaban acerca de cañones encendidos
sobre mechas gastadas, cantaban la rutina
de las callejuelas, piaban el reflejo más exacto
de la lonja febril. Eran la canción que vibraba
incansablemente en el Puerto de Santa María.

Y estarás siempre allí, durmiendo en los nidos,
de vuelta a ese siglo tuyo que no comprendí,
de regreso al pulso antiguo de Andalucía,
tranquilo en tu ocaso de jazmines...
Descansando, al fin.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Memoria cromática.

En el templo abandonado reclama el sol
su reino custodiado por vidrieras centenarias. Huele
a flores de rendija, a piedra vieja,
a la incierta sombra de noches y cenizas.

El polvo de la eternidad se arremolina
ante nuestros pasos cautos:
intuye nuestros pies de ciudad nueva
y grita "piedra, siempre piedra,
ni acero ni cristales de murano,
la piedra es inmortal". Y se alza
quemando las pupilas
y el tiempo es entonces arcoíris
que surge en la tormenta de la historia.

Te miro y cojo tu mano,
mi nada sobre el blanco de tus dedos
e imagino que has de guardar todos los colores
de tus sueños, todas las estrellas
de tu vida ardiendo enajenadas,
todos los veleros surcando osados
los quiebros más inhóspitos del viento.

Y pienso que ojalá algún día
pueda mirarme en el lienzo de tu memoria,
que me pintarás de azul,
suave como un beso fugaz en el ocaso
o con el dorado de habernos amado
como los arces, dueños de un otoño inmaculado.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Títeres.

I

Al titiritero le temblaba la voz,
pero las marionetas
bailaban sin descanso
entre sus manos viejas. Eras tú
dormido entre los hilos,
medio perdido y medio encontrado.

II

Teníamos respuestas de repuesto,
pero no corazones
que valieran por dos.

Y probamos sentidos,
desgastamos los nombres
y el pecado fue no reconocer
todas las tentaciones.

III

Nos queríamos tanto que querer
no era cierto. Y el cincel
perfiló los esquifes
de las horas en llamas.

sábado, 23 de octubre de 2010

Amar en primer grado.

Falta evidencia y a juicio de tu voz
no hay coartada para mi corazón,
no quiero que me escuches por un rato,
tú párate a sentir que mientras ato
los nudos de la irrealidad y te desnudo,
no volveré a callar, te lo aseguro,
si es el silencio el que hace que huya el tiempo
si es traicionar la vida a falta de latidos,
que doblen las campanas por gemidos,
que vuelva al cementerio la sombra de tu sexo
y no haya más ausencia
que el espacio entre los cuerpos...

Te juro que no sé cómo abrazarte en clave de fingir
pero pasó la hora de hacerme la heroína,
que miento por hundirme en tu tormento de promesas,
por tatuarme a tempestad en tus estrellas,
por no hablar de que no puedo estar sin ti...

Cae en tu infierno azul mi cielo ardiendo
y hay ángeles que caen en desbandada,
se pone en pie el jurado de tus besos
y salta a la defensa mi recuerdo,
no dejará que olvide ya tu piel,
ni los complejos quiebros de tus ganas:
marea alta en los océanos de plata,
aúllan tus dedos que me atrapan otra vez,
confieso el delito de querer volverte a ver
y es mi testigo el invierno de mis sábanas...

Condéname a un millón de madrugadas
presa en el hueco de tu amanecer,
que todo lo que tengo en libertad
lo cambio por tenerte y nada más:
si puedo cumplir pena a tu lado
prefiero ser culpable de amar en primer grado...

viernes, 22 de octubre de 2010

A paso de tortuga.

Caminan a mi paso las tortugas
y busco en los reflejos de la luna
el lugar donde vendían la ilusión
porque le faltan azoteas al invierno
y tengo veinte dulces primaveras
que tirar maduras desde el balcón.

Hoy llueve de limón la gota fría,
caen besos de canela en mi ventana
y helados ruidos blancos en olvido estacionario
me dicen que es la hora del deseo.

Hoy me sobra la razón y me falta corazón,
encerrado en el cajón se muere un sueño
y siento que soñaba con perder
y hay ciento dos minutos de mi piel
que quieren incendiarse sin secretos.

Si es que alguna vez hubo algo de tiempo
para decir "lo haré mañana"
se fue a alguna parte,
se fue de mi memoria la palabra eternidad
y ahora es siempre y nunca y luego y antes
y entiendo que parar no es repararse,
que es reparar en lo que no hemos hecho,
en lo que no hemos sido y no podremos serlo.

domingo, 3 de octubre de 2010

Soledad y otras libertades.

I

Vente a dormir princesa de mis días
que el aire desbordado
ha empapado los caminos
y llueven esqueletos de secretos.

No quiero que te empales por un beso.

II

La sangre que hoy suspira por caricias
quiere cantarme alto y claro y fuego,
pero no está mi corazón para un incendio,
no está mi soledad para una huída,
sus alas son de humo y hierba y hielo
y no conozco vuelo a ser tu sueño.

III

Querría haberte dicho tantas cosas,
que soy a amar lo que es el mar al infinito,
que si tus ojos fueran mariposas
yo le robaba tiempo al tiempo
y los haría eternos como mitos.

Querría haberte dicho que te quiero
pero ser libre exige sacrificios
y aunque me inmole al dios de los furtivos
aún entre las llamas, no te olvido.

IV

Ceniza y voz y no temer perder
la vida que atesoro bajo piel,
la lenta madrugada.

Volar con horizonte vertical,
llegar más lejos de lo que pude imaginar,
dormir con el mundo a ras del cielo
y a pesar de todo, echarte de menos.

V

Vuelvo a ver tu mirada y somos dos
en la misma encrucijada,
pero esta vez el miedo se ha perdido:
si huele a libertad,
quiero que sea la de estar siempre contigo.

jueves, 26 de agosto de 2010

Felices para siempre.

El otoño parece reafirmarse en el crepúsculo: los sueños perdidos son dorados y su boca triste y roja corta el cielo. El sol se deshace lentamente en el horizonte, como un hielo sobre la piel del mundo. Dos sombras se alargan y se unen en el suelo del jardín.

-No esperaba que fuera una historia de cuento de hadas, sólo quería quererte y que me quisieras. Parecía sencillo.

Violeta cierra los ojos, recordando aquellos primeros días en los que él la llamaba princesa y ella se reía y bailaba a su alrededor descalza sobre la hierba y sin más vestido que su sonrisa. Su voz se vuelve más suave y melancólica, apenas un murmullo que el viento arrastra con facilidad. Aunque dejara de hablar Javier sabría lo que quería decirle sólo con mirarla a los ojos. Pero no quiere hacerlo desde hace días, así que Violeta se obliga a mover los labios y sigue hablando.

-Podría haberlo sido. Lo sabes, ¿no? Podría haber sido sencillo y grande y maravilloso. Y épico. Nuestro amor podría haber sido leyenda. Habrían escrito libros con nuestra historia, millares de personas soñarían con ser nosotros después de haber leído cómo nos conocimos y lo que hicimos para estar juntos, que dejamos atrás todo y a todos y que fuimos felices para siempre, hasta el fin de nuestros días. Juntos.

El silencio se levanta entre los dos como una muralla. No espera que Javier diga nada, pero no sabe cómo continuar. Incómoda, se muerde el labio y juguetea con su pulsera. Javier levanta la cabeza y por un momento Violeta cree que va a mirarla a los ojos, pero él se limita a mirar al frente, a la fuente rota o a la vieja escultura de mármol llena de graffittis, o a ninguna parte, quizás.

-Sí, podría haberlo sido.

Siempre se le ha dado bien lo de decir muchas cosas con pocas palabras, convertir un beso en un "te quiero", un abrazo en un "estoy aquí, contigo", una sonrisa en un mundo entero que disfrutar, un guiño en un secreto compartido. Ahora esa frase parece fría y lejana. Sin sentido. O sin sentimientos. No sabe cuál de las dos opciones le molesta más.

-¿Y por qué no lo fue, Javier? ¿Por qué estamos aquí diciendo adiós?

Javier suspira, agacha la cabeza y luego se gira para mirarla a los ojos tan intensamente que duele.

-Porque no somos protagonistas de nuestra historia, princesa. Lo fuimos, al principio lo fuimos, con un "felices para siempre" grabado en el corazón. Pero hay cosas que los cuentos no dicen. Que el amor se acaba, o se gasta, o se agota. O se cansa. Que el siempre y el felices son eufemismos, porque hay momentos tristes y, desde luego, no somos eternos. Ni siquiera somos los mismos al cabo de un tiempo. Las cosas se transforman, princesa, las perdices se convierten en pescado, las plumas en escamas, las alas en espinas. Tú has cambiado, Violeta. Yo he cambiado. Y no hay tinta, ni pluma, ni magia que pueda borrar eso.

Violeta cierra los puños con fuerza y le cosquillea la piel. Tiene ganas de pegarle o de besarle. De las dos cosas, tal vez.

-¿Y eso es todo? ¿Las cosas cambian? ¿Ese es tu gran descubrimiento? ¿Tu gran excusa?

-No es una e...

-¡No! ¡Sí lo es! Ya sé que las cosas cambian, todo el mundo lo sabe. Y tú lo sabías cuando empezamos a salir. Y yo lo sabía. Pero no es malo que cambien, Javier. No es malo en absoluto. Nos caemos, nos levantamos con heridas, se curan y nos queda una cicatriz. Y cambiamos. Aprendemos. Y sabemos cómo no volver a tropezar. Podemos arreglarlo, Javier. Si lo intentamos de verdad, podremos hacerlo.

-Pero es que yo he cambiado, princesa. En el fondo ese es el único problema. Que he cambiado. No te quiero. Te quise. Te amé, de verdad que lo hice, con todas mis fuerzas. Pero ya no.

Violeta asiente para sí misma y se levanta. El aire huele a lluvia y el sol empieza a ocultarse en el horizonte. Se abraza a sí misma, conteniendo un escalofrío.

-Entonces, ¿ya está? ¿Se acabó?

-Sí, princesa. Se acabó. Pero esto no tiene por qué ser un adiós definitivo. Podemos ser amigos.

Violeta lanza una carcajada que es más un sollozo y se da la vuelta, dándole la espalda.

-No, no podemos.

-¿Por qué no?

-Porque no puedo tenerte sólo como amigo. De verdad que no. Nunca pude. Ni podré.

Javier se encoje sobre sí mismo. No le sorprende. A Violeta nunca le han gustado las cosas a medias. Pero esperaba que con él hiciera una excepción. Algunas cosas nunca cambian. Javier se levanta, se acerca a Violeta y la abraza por detrás.

-Siento que esto acabe así, princesa. Espero que... bueno, que seas feliz. Me llamarás, ¿verdad? Para saber que todo te va bien y esas cosas.

-Sí, te llamaré. Al final lo haré, aunque me duela. Está bien, te llamaré. Mucha suerte en todo, Javier. Espero que seas feliz.

Violeta se da la vuelta, le da un beso en los labios y se marcha. Su figura se funde con la noche que ya les ha caído encima. Javier se sienta en el banco y mira las estrellas.

-Yo también lo espero, princesa. Que seamos felices para siempre...

martes, 10 de agosto de 2010

Claros de luna.

I

Lucerna brilla en su remanso de adagios tranquilos,
hermosa prisión de riveras dormidas
donde se arremolinan estandartes desgastados
por los años, estandartes enclavados como estatuas
con sus brazos de cerezo y seda ondeando al viento.

Es el sitio equivocado
donde hacerle trampas a la melancolía,
el dulce minueto de los juncos convoca a los recuerdos
tristes, a los recuerdos dulces,
a la memoria en piedra y en hierro
que tasa en siglos la luz de sus esquifes.

II

La noche sueña con un paraíso artificial
a orillas del Sena. Su dama azul,
insólitamente lúcida, canta sobre su oscura tempestad
con cinco voces antiguas como el tiempo.

Nada escapa del río del olvido, ni siquiera
la huída, ni la esperanza en su ánfora sellada,
pero en él permanecen atrapados e inmortales
los deseos más hermosos del silencio. Y cuando
tiende sobre él el ocaso su manto estrellado
baila cautivadoramente sobre sus aguas
el hechizo hecho sonido y la magia, sonata.

jueves, 5 de agosto de 2010

Tanto que nos sobra.

Tanto tonto que habla y nunca escucha,
tantas medias tintas emborronadas,
tanta tendencia descolocada,
tanto tantear por los rincones,
tanto tener que ser princesas,
tanta libertad domesticada
y tan pocas verdaderas tentaciones...

jueves, 29 de julio de 2010

A contracorriente

La vida sólo puede entenderse yendo hacia atrás, pero debe vivirse hacia delante.
El curioso caso de Benjamin Button.

Cierro los ojos y todo lo que aparece es el río del olvido llevándose el aire a su paso. Es extraño fingir que no nos arrastra con él, que no nos lleva hacia el océano mortal en el que todos sucumbimos. Pero es lo que nos da esperanza, pensar que la inmortalidad nos agarrará del brazo y nos subirá a la superficie firme donde se enraizan los árboles del amor, el odio y el destino, y que, a partir de ese momento, toda nuestra vida irá a contracorriente.

jueves, 22 de julio de 2010

Amanecer en el jardín oscurecido.

Desenredo el sol de tus pestañas
dormidas, aleteando promesas
en la bruma de los sueños
exiliados.

No remontan las flores
en mi cama, tal vez es otro
vuelo de comillas
que ha de cerrar el trazo de tus dedos.

Repaso tu sonrisa
sin prisa, aún es pronto
para perfeccionar
mi nombre en tus labios secos
como pétalos ausentes. No llegan
a ocultarse las espinas, pero el corazón
no duele en este amanecer
en el jardín oscurecido de tu cuerpo.

Resuenan susurros hilvanados
diestramente por las horas
del ruiseñor y los pasos
de fronteras que se rompen
con tu despertar silban en la última
puntada. No hay agujas de pino
anidando en tu pelo, no hay
azahares ni magnolias pendiendo
de tus manos, pero hueles
a rocío y a romero y sí,
para mí eso es más que suficiente.

viernes, 16 de julio de 2010

La oruga.

Camina la oruga verde sobre el asfalto
gris y el campo desteñido de colores
se desangra a lo lejos, malherido
de horas a la espera de la lluvia.

"El corazón no pesa cuando escapo"
me confiesa brillante la mañana,
y se deshace lenta la despiadada
estela del olvido. Persigo los pasos
de la oruga y comparto mi camino solitario
en cada laberinto imaginado.

Divido mi figura entre la sombra
de su destino cien veces
dibujado en el cemento. Y ríe
verde toda ella cuando
me pierdo a partes descoordinadas.

"No sabes transformarte" me reprocha
la oruga, "tu tiempo sólo es tierra
oscurecida por la aurora,
desierta y disgregada"
y se endurece el humo en sus palabras
mientras la luz se extingue
y el crepúsculo nos encierra
en su crisálida de estrellas.
 
Cuando ciega el sol de medianoche
se despide de mí una voz alada:
"que tu transformación no dure
para siempre".

Y el eco de su vuelo
se desvanece al borde del amanecer.

miércoles, 14 de julio de 2010

La insoportable inmortalidad del ser.

I

La historia es una vieja carretera
que se adentra en el bosque de la memoria
ajena, siempre ajena, dueña de voz
y ramas y raices.

El susurro del viento
desgasta la piedra lentamente
en la batalla de la soledad. Y pierde
los recovecos más oscuros,
donde se hunde en el fango
el paso de lo soñado y la huella
de todo lo vivido.

II

El corazón, salvaje laberinto, se llena
de espinas cuando llega a destiempo
el insólito viajero
de la revelación. Y allí encuentra
maniatado de rosas eternas
al rapaz del silencio con las alas cortadas.

Enrojece la sangre a la espera
de la inmortalidad enmudecida:
la vida al otro lado del sonido
es una muda sonata eternizada
en el compás de otras madrugadas.

Pero es de noche aún para este cielo.

III

El polvo de los siglos está
teñido de colores imposibles
y cae sobre los árboles, pero
las hojas no están tristes
porque su sombra lleva
retazos de deseos
y en ellos se refugian los secretos compartidos.

IV

Ya estoy perdida de nuevo
en el nudo gordiano del olvido,
pero a la espada del mañana le queda
poco para estrenar su filo.

Fiel a la rutina de milenios,
finalmente gritará el cielo
mi nombre al norte de la aurora.

domingo, 11 de julio de 2010

Noches en vela.

I

Horas que pasan buscando el invierno,
sobran las mantas, la cama y los cuerpos,
vuelta tras vuelta se escapan los sueños:
¿dónde se esconde el camino hacia el cielo?

II

Si me faltara tu voz de secretos ahora
no intentaría cambiar el silencio,
es mi memoria una nana de sombras
que hace que duerma la piel
y se enfríe el infierno.

III

Por cada deuda que le tengo al sol
cobra la luna su parte en calor
y se derriten estrellas
que caen como lluvia al colchón:
crece el mar de deseos y tú
llevas y traes las mareas
de todas mis noches en vela.

IV

Habla y susurra, que estamos a oscuras,
cuéntame un cuento de contar los dos,
que el tiempo a solas se vuelva locura
y ya que la vida es un sueño
soñemos despiertos vivir el momento,
tener corazón...

lunes, 5 de julio de 2010

Entre el cielo y el infierno. (II)

Primera parte por aquí.

Estaban los niños, por ejemplo. Eran humanos en miniatura con piernas y brazos más cortos y con una cabeza inmensa. Chillaban, lloraban, se reían y se caían a partes iguales. Aunque claro, pensó Luthien, si yo tuviera que mantener el equilibrio con una cabeza de esas proporciones, seguramente me pasaría la vida en el suelo. Pero así tal cual caían, los niños se levantaban, reclamaban algo de atención de los padres y volvían a correr. Instinto de supervivencia cero. Era físicamente imposible que hubiera tantos seres humanos vivos. Con crías así, debería ser un milagro que llegaran a la edad adulta y se reprodujeran.

Los demonios jóvenes eran igual de impulsivos y tenaces, aunque aprendían mucho más rápido qué cosas hay que hacer y cuáles conviene evitar si quieres seguir con vida. O eso, o no llegabas a la edad adulta, simplemente. Tal vez por eso quedaban tan pocos demonios en el mundo. Luthien podía entender a los niños, en cierta manera, pero los adultos eran harina de otro costal.

Luthien, como buen demonio, percibía con claridad las intenciones y los deseos de los seres humanos. Tras un par de horas observando las terrazas del restaurante El Coyote, la cafetería-heladería Buon Giorno y el bar La Bamba, llegó a la conclusión de que si los niños tenían instinto de supervivencia cero, los adultos  tenían un menos cien. Reprimían el 99% de sus impulsos, especialmente los sexuales. ¿Se puede saber de dónde sale tanto niño si no se aparean? Su duda se vio resuelta al caer la noche sobre la playa y al ver a, por lo menos, cuatro parejas de jóvenes disfrutar del sexo al amparo de la oscuridad. Ah, lo que pasa es que les debe de incomodar hacerlo en público, pensó. Revisando los recuerdos de su humano, acabó por confirmar su suposición.

Dejó de vigilar a eso de las tres de la madrugada, cuando se quedó dormido con la frente apoyada en el cristal. Al despertar, Luthien maldijo todos y cada uno de los huesos, músculos y articulaciones que tenía y lo delicado que era el cuerpo humano.
 
Después, bajó a desayunar al restaurante del hotel y puso en práctica todo lo que había aprendido de normas sociales y expresión corporal. Nadie se apartó inconscientemente de él, e incluso recibió un par de sonrisas coquetas de dos jóvenes camareras que estaban sirviendo mesas cerca de él.

Luthien se dirigió a recepción, pagó la estancia y se detuvo delante del espejo del hall. Con una mirada de aprobación y una perfecta y natural sonrisa de satisfacción en los labios, se arregló la corbata y salió a la calle.

Estoy listo para empezar el juego.

Tenía un único pensamiento en la mente: encontrar a Daniel Covietta, alias Dako, y asociarse con él.

De padre italiano y madre francesa, Daniel había hecho suyas las mejores cualidades de ambos: la ambición propia de un Don siciliano y el encanto de un bohemio parisino. Había creado un micro imperio dedicado a la compra-venta de antigüedades y se encontraba en Galena por cuestiones de trabajo.

Según le habían informado, Covietta llevaba un tiempo expandiendo su negocio al mercado negro y pensaba entrar por la puerta grande haciendo tratos con un contrabandista de armas de primera categoría: Oscar Solano.

Por supuesto, Solano estaba al corriente de que Dako -como se hacía llamar cuando actuaba fuera del entorno legal- era un novato que hacía apenas un par de años había comenzado a hacer sus primeras ventas de pistolas de pequeño calibre a narcos y yonkis de los bajos fondos del Piamonte y la Toscana. Beretta 92 de calibre .40, principalmente, y alguna PPK de 7,65 mm. Nada del otro mundo. Era del tipo de personas que agradaban a Solano: con una buena carnada y un par de jugosas promesas, lo tendría comiendo de su mano. Y en caso de dar problemas, sería sumamente fácil que ocurriera un “accidente de trabajo” que lo quitara de en medio.

Luthien tenía que encontrar pronto a Daniel, antes de que se metiera de lleno en el campo de minas de Solano, diera un paso en falso y saltara por los aires. En lugar de dejar que se inmolara por su cuenta, iba a ayudar a Daniel -o mejor dicho, Daniel le iba a ayudar- a llegar hasta Solano, su verdadero objetivo. Para ello, tenía que ganarse su confianza. Y aunque Luthien se sintiera extraño en aquel cuerpo humano y no supiera del todo cómo manejarse con él, había algo que sabía hacer hasta dormido: ser extraordinaria y aterradoramente persuasivo.

(...)

jueves, 1 de julio de 2010

Aprendices.

Mi propia noche
se cerraba en bucle sobre el día
y no eran incontables las estrellas,
tan sólo eran cambiantes,
caprichosas detonantes del olvido.

Todo era distinto.
La hierba, la inmortalidad,
el sentido. Era fácil reir,
tanto como llorar.

Amante de la vorágine,
inexperta en la vida. Los años
colgaban sin alma de los dedos.

Y sólo el verano
levantaba los brazos sobre el agua
y trazaba círculos perfectos.
Era agosto y el ruido
de los pasos rompía las aceras.

Lo intentábamos todo: ser aventureros,
descubridores, ser niños
y en el fondo nunca estábamos
jugando. Era el tiempo de ser libres
y aprendices. Y aprendimos
que podíamos caer,
pero no nos importaban las leyes.
Gravedad era una posibilidad,
igual que la magia. Igual que el invierno.

Bajo el sol estival la razón
era sólo una excusa para no alzar el vuelo.
Y quemamos locuras distintas
para no dejar huella. E incendiamos misterios.

Hoy si cierro los ojos y sueño
aún caen como gotas de lluvia
deseos convertidos en ceniza.

domingo, 20 de junio de 2010

Los reyes de la guardería.

Recuerdo el horizonte de las vallas,
el salto a los confines de la tarde
y aquel portal de reglas inventadas
a destiempo. Éramos
los reyes de la guardería, su pueblo
y sus guardianes, su himno
de risas y secretos, su más fiel
enemigo bajo el agua. La media luna
verde nos encerraba a golpes
y a carreras
desde antes que tuviéramos memoria.

Pero ella no nos olvidaba,
ni el sol reflejado en los columpios,
ni el desierto domado donde
se mezclaron en la arena
todos nuestros años juveniles.

martes, 15 de junio de 2010

Corazonadas ciegas.

Tu recuerdo, el bueno,
siempre será Sinatra y sol de invierno
tras los aguaceros. Besos bajo la lluvia
de año nuevo, plata y baratijas
que crecen en la hierba del Retiro. Un juego
y claves manifiestas en la nube
electrónica. Miradas y decenas
de medias confesiones a través de la pantalla.

Será el laberinto del Madrid barroco,
primerizo y discreto, y tu guía
de manos grandes a un guante
de distancia. La conversación
más larga que he tenido,
perder sin reproche los miedos
que forjé durante años, y un retrato
cargado de promesas. Dos estrellas
espías en la ventana de tu habitación,
chocolate compartido
y despedidas de estación.

El otoño más rojo y una sonrisa
suave como pocas, aquella
madrugada entre tus brazos
-repentino verano en los bolsillos-
y el regalo de haber sido amada
con más de mil nombres distintos.

De las malas memorias prefiero
no acordarme, deshacerlas
con el temblor del tiempo pasado
y verlas con improvisada miopía
para que no llegue a definirse
su borde afilado de desencantos
y nuevas -y mejores- soledades.

sábado, 12 de junio de 2010

Conjuntos de Gödel.

En el cómputo de la realidad
no somos mercenarios de los vértices
colapsados. La naturalidad
de la pareja parece insuficiente pero
sana ese teorema herido
de la incompletitud de corazones.

Medito cómo redimirme de sonrisas
mal dispuestas en el compás descontrolado
de la intromisión a tu reino de delirios
escritos en código binario.

Si he de decidirme entre abrazos
y destinos no te alejes del alcance de
mi vida. Yo no quiero que me sobre
soledad desenredada de ti, de tus
términos logarítmicos y neperianos.

Si se apaga el sol que esté tu sombra
a salvo de las reglas del olvido
intencionado. Y tu mirada,
que no afloje su presa
de la fórmula de mi cuerpo
desnudo. Al otro lado del mañana
nos espera eternamente la distancia.

Lleguemos tarde, maleducada,
insultántemente tarde
a su clase de matemáticas discretas
y que el castigo tienda al infinito.

lunes, 17 de mayo de 2010

Entre el cielo y el infierno. (I)

Hoy vengo con dos novedades. La primera, que a partir de esta entrada entro -valga la redundancia- en hiatus hasta que acaben los exámenes. La segunda, que por fin me he animado a escribir algo medianamente largo. O al menos, así planeo que sea. He comenzado a escribir una historia corta, con dos personajes principales: Luthien, un demonio, y Azazel, un ángel. Los dos van a parar a un cuerpo humano por razones distintas. De alguna forma, sus caminos se cruzan, y dependerán el uno del otro si quieren seguir con vida. De momento sólo tengo pensado el desarrollo de Luthien a lo largo de la historia. Lo iré dividiendo en partes, porque tengo mucho pensado y poco escrito, y hasta que no acaben los examenes no voy a tener mucho tiempo para escribir. Aquí dejo el comienzo de la historia.

I

Luthien y Azazel no son de los que creen en algo.

Ya tienen muy visto todo el rollo del cielo y del infierno, y dios no está por ninguno de los dos sitios. Ni dios ni algo parecido, a decir verdad. Así que su fe en el destino -su fe en algo, por lo general- es nula. Pero tienen que reconocer que si hay alguien que maneje los hilos allá arriba, se tiene que estar descojonando de su situación.

Luthien 

Se siente prisionero en ese cuerpo humano. Toda esa carne, los músculos, la sangre. Sobretodo la sangre. Es molesta, caliente, densa, la siente moverse dentro de él, recordándole que es un intruso. Como si le gustara lo más mínimo esa prisión de mierda.

"Cuando cumplas la misión podrás volver, tienes que aprender a obedecer órdenes".

Es un castigo, Luthien lo sabe, pero no les dará el placer de verle fracasar. Así que ahí está, mirando su reflejo e intentando mover los músculos de la cara a su antojo, aunque es difícil, siempre acaba arrugando la nariz y frunciendo el entrecejo, en una eterna mueca de asco. Si al menos pudiera sentir algo más que desprecio por toda esa maldita raza quizás hasta podría intentar sonreir, pero no hay nada en la situación en la que se encuentra que le haga gracia, ni siquiera la perspectiva de matar a un lider humano con tortura incluida.

No es que no le guste matar, no, disfruta haciéndolo tanto como los humanos disfrutan con el sexo, es que tiene que hacerlo en secreto, sin que nadie se entere, sin dejar una sola pista que inculpe al hombre que está poseyendo, porque cuando la misión concluya no puede destrozar su cuerpo para liberarse.

Es una de las nuevas reglas que ha impuesto Devon recientemente, tan solo porque tiene el poder de hacerlo, y las ganas de joder también.

Por su culpa Luthien tiene que hacer uso de la memoria profundamente egocéntrica de ese humano de piel morena, ojos marrones y pelo castaño oscuro para moverse entre los hombres sin levantar sospechas.

Ahora está de "vacaciones", un concepto que no acaba de entender, pero que le da la libertad para hacer lo que quiera durante dos semanas. Ha decidido empezar por lo más difícil, pero que considera que es lo más importante: el lenguaje corporal. Curiosamente es algo que a los hombres les pasa desapercibidos, aunque lo tienen en cuenta de forma constante.

El primer día que se paseó por las calles de Galena se dio cuenta de que la gente se apartaba de él.

Luthien no entendía qué estaba haciendo mal: andaba bien, vestía de forma normal según la moda del país y no hacía ninguna conducta extraña. Pero por alguna razón, y pese a la corriente de personas que inundaba las calles comerciales a las doce de la mañana, nadie se acercó a él más de medio metro. Así que entró al primer hotel con pinta decente que vio y cogió la habitación 114, que tenía dos grandes ventanales orientados al patio interior del hotel y una terraza con vistas a una playa de aguas tranquilas.

Dedicó un día y una noche a observar a los humanos.

Nunca antes había hecho algo parecido, eran como insectos molestos que pisaba o dejaba vivos según lo cerca que estuvieran de sus pies, pero se dio cuenta de que eran criaturas más complejas de lo que había pensado.


(Continúa por aquí)

domingo, 16 de mayo de 2010

Tiempo.

Sólo necesito tiempo, tiempo de estrellas dibujando atardeceres en tu cuerpo, tiempo de pasiones diluyendo alboradas en tus brazos, tiempo de ilusiones tatuando cielos en tu piel, tiempo de besos delineando esperas en tus labios.

Sólo necesito tiempo para amarte.

sábado, 15 de mayo de 2010

A veces ocurre.

A veces ocurre que la noche es demasiado larga
y los sueños muy cortos
y que juegan los fantasmas en el borde de la cama.

A veces ocurre que la vida es un trago de tequila
y vamos buscando la sal y el limón
en otros, siempre en otros,
y nos sobra bebida pero no corazón.

A veces ocurre que pintamos mañanas
y el pincel es tan fuerte que se rompe el papel
y por esa grieta los sueños se escapan,
la esperanza se escapa y la paciencia también.

A veces ocurre que despierto sola,
que camino perdida, que vuelo a oscuras,
a veces ocurre que no sé quién sobra:
¿el camino o el destino? ¿la luz o la sombra?

A veces ocurre que tropiezo contigo,
que confundo tu nombre con la voz del silencio,
a veces ocurre que me paro y elijo
y nunca queda uno en la balanza del olvido.

A veces ocurre que pienso sin cuidado,
que siento mucho o me importas muy poco,
a veces ocurre que dos son demasiados,
que le temo a perder si soy yo la que ata los cabos.

A veces ocurre que el amor es extraño,
que confundo ser libre con la soledad,
que vivir es vivir siempre a mi manera,
que no tengo ni costumbre ni ganas de negociar.

martes, 11 de mayo de 2010

Nana.

No es tiempo de llorar, mi niño,
la tormenta es fuerte, pero estás a salvo
yo te protegeré de todo, del frío y del viento
y no dejaré que nada te haga daño.

Podremos alcanzar el horizonte
cuando estés listo para desplegar las alas
sé que es difícil levantar el vuelo,
pero si somos dos, se esfuma el miedo.

Y si sirve de algo, te diré que eres fuerte,
que puedes y debes conquistar tus ilusiones
y si el tiempo se para para estar a tu lado
te diré que no es justo condenar al pasado,
que la vida es un río que jamás se detiene
y que estoy a tu lado; a tu lado, por siempre.

No es tiempo de llorar, mi niño,
las estrellas te sonríen y te guían
para que puedas encontrar una salida:
hoy brillan para ir contigo.

Te enseñaré a crear un sol de invierno
por si la oscuridad llega a helar tus días
y en su luz encontrarás tus sueños,
y en su calor, tu corazón y tu valentía.

Y si sirve de algo, te diré que eres fuerte,
que puedes y debes conquistar tus ilusiones
y si el tiempo se para para estar a tu lado
te diré que no es justo condenar al pasado,
que la vida es un río que jamás se detiene
y que estoy a tu lado; a tu lado, por siempre,
y que estoy a tu lado; a tu lado, por siempre.

lunes, 10 de mayo de 2010

Primavera.

Las horas espían a la primavera que se echa a dormir, al verano que se despereza y ríe presintiendo que ya le llega el turno de actuar. El cielo transforma el sol para que ilumine de una forma diferente, para que haga las cosas más nítidas, más corpóreas, lo ajusta de tal manera que los amaneceres son afilados y los atardeceres se difuminan y alargan, como una pincelada de acuarela. El tiempo huele a flores, al rocío de la hierba. A mucha gente le encanta, el olor a cesped húmedo, pero realmente prefiero cuando está recién cortado y casi puedes sentir el millar de heridas sangrantes sanando, como una promesa de victoria. Y el aire... el aire es mágico, cargado de sueños, de expectativas, de deseos a punto de cumplirse y de risas frescas.

Adoro la primavera, porque es la vida en su justa medida, a punto de estallar.

domingo, 9 de mayo de 2010

¡Cambio de look!

Le he hecho un lavado de cara al blog. Sigue la línea en base negra de antes, pero ahora tiene un estilo mucho más romántico. El skin original se llama "Language lover", obra de if-ever.

He hecho unas cuantas modificaciones, añadiéndole mi toque personal. Aún queda retocar algo el código de la barra lateral y tal vez añada algo de música, pero está prácticamente listo.

Espero que os guste, porque a mí me encanta y se va a quedar así hasta el final de los tiempos -o hasta que me canse de él, lo que ocurra antes-.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Un tiempo para dos.

Su instinto le grita órdenes contradictorias que oscilan entre la huída y la aproximación. Finalmente vence el impulso de acercarse y Laura se deja atrapar, como una Eva reencarnada que cae en la tentación.

Rafael sonríe complacido y deja que sea ella la que le quite la ropa, aprovechando que tiene las manos libres para deslizar las manos por debajo de su blusa, subiendo poco a poco por su vientre hasta llegar a la parte baja del sujetador, que delinea lentamente con los dedos.

Las manos de Laura son como un vendaval que recorre todo su cuerpo, como si estuviera en todas partes y en ninguna a la vez, y Rafael decide distraerla un poco para que baje el ritmo. Hunde su boca en la de ella, incitándola con su lengua hasta que nota las manos de Laura enredarse en su pelo, exigiéndole más. Laura sonríe contra su boca cuando él le muerde el labio inferior, y sus dedos bajan erráticamente por la espalda hasta que llegan al borde del pantalón.

Rafael le desabrocha la blusa con dedos torpes por la excitación mientras ella lucha con la hebilla del cinturón.

Se separan apenas unos segundos y vuelven a besarse como si respiraran a través del otro. Las prendas van cayendo al suelo como hojas secas, y de alguna forma llegan hasta la cama. Laura se gira hasta quedar encima y el tiempo parece detenerse unos instantes mientras los dos se miran con una mezcla de deseo y de anhelo.

El pelo de Laura cae en guedejas de caoba que les aíslan del resto del mundo, y ambos se dan cuenta de que en algún momento han dejado atrás no sólo su ropa, sino también su pasado y su futuro, que ese es un momento para ellos, y que están desnudos en todos los sentidos posibles. Y en ese mismo instante, lo que hasta entonces había sido lujuria se transforma en algo más dulce, más sólido y lento.

Rafael se incorpora hasta quedar sentado y Laura le abraza con piernas y brazos, hasta que están tan juntos que sienten los latidos del otro como los propios, danzando bajo la piel con pulso firme y rápido. Los segundos se escapan, sus respiraciones se acompasan y ninguno se mueve. Finalmente Laura levanta la cabeza, coge el rostro de Rafael entre sus manos y se besan con languidez y ternura, como si tuvieran todo el tiempo del mundo por delante. Él la tumba lentamente y acaricia su cuerpo mientras ella desliza su lengua por su cuello, dedicándole especial atención a la piel suave detrás de la oreja y a la depresión entre el esternón y las clavículas.

Se recorren centímetro a centímetro, con la boca, con las manos, con la mirada y cuando ya no queda un pedazo de piel sin explorar se funden el uno con el otro, Rafael hundiéndose entre las piernas de Laura, como una luz esquiva que se cuela entre las rendijas, Laura atrapándolo cadenciosamente en el abismo de su vientre. Ya no son capaces de escuchar, de saborear, de ver o de oler, todas las fibras nerviosas parecen concentrarse en el sentido del tacto, estallando en llamas allá donde sus pieles se tocan, convirtiendo cada simple roce en un estremecimiento y cada movimiento en un gemido sordo. Aceleran el ritmo, la fricción aumenta y el sudor de ambos se mezcla entre las sábanas.

El tiempo, tan relativo desde que sus miradas se encontraron en la playa al atardecer, empieza a contar ahora por el sonido que hacen sus cuerpos al chocar. Afuera corre la noche matando estrellas, pero ellos están a salvo del mundo y su mortalidad, inmersos en su propio universo compartido. Pero como todo lo que nace, su fin se acerca con cada latido perdido al borde del orgasmo, que les recorre como una corriente eléctrica, dejándolos exhaustos.

Rafael estrecha a Laura contra su pecho, ella consigue agarrar la esquina de la sábana con la punta de los dedos y cubre sus cuerpos entrelazados. Apoya su cabeza en el hombro de Rafael y cierra los ojos con pereza, preguntándose en qué momento despertará sola en su habitación. Él entierra la nariz en su pelo y piensa que en cuanto se duerma su olor a canela se transformará en el olor a recién pintado de su apartamento. Pero los dos están demasiado satisfechos y cansados como para que puedan resistirse al sueño.

Y la mañana les sorprende durmiendo juntos en la misma cama.

miércoles, 28 de abril de 2010

Bálsamo.

Me hizo mucha gracia encontrarme esto en el ordenador. Resulta que hace un par de años me hice adicta a la serie Battlestar Galactica 2003, y después de ver la tercera temporada (no recuerdo si el principio o el final), me dio por escribir esto. En el mundo fan, esto es lo que se llama un "fic", es decir, una historia inventada a partir del contexto y los personajes de una serie, un libro, etc. A parte de un par de escenas cortas y chapuceras de los Merodeadores de Harry Potter no he escrito nada de este género, pero los personajes de Kara y Lee me fascinan, y de ahí debió de salir esto. Sinceramente no recuerdo si tiene spoilers porque se me queda muy difuminado todo el contexto de Battlestar Galáctica y la división entre temporadas (este verano tengo que volver a vérmela sin falta porque es cojonuda, y su final es el mejor de toda la historia de las series). Aquí lo dejo.





Kara no sabe si está teniendo alucinaciones por culpa del alcohol recién destilado que Tyrol ha hecho en el almacén de armamento (como en los viejos tiempos) o porque lleva más de tres días sin dormir. El caso es que se mira al espejo y al lado de su cara pálida y ojerosa un también cansado Lee Adama le guiña un ojo. Cada vez que se vuelve no ve a nadie, pero está convencida de que Lee está jugando con ella. Y eso la desconcierta. Y mucho, porque siempre es ella la que juega con él, no al revés. A la tercera vez se termina de un trago el alcohol que queda en el vaso y lo deja con fuerza sobre una mesa que se tambalea ante el embate.

-¡Sal de una jodida vez, Apollo, no estoy para tus bromas!- Grita Kara. Cree percibir que una sombra se mueve a su izquierda. Con la mano derecha agarra la botella que está en el estante superior de su taquilla, junto a una pequeña caja de madera de Cáprica donde guarda esas cosas que no quiere ver pero que tampoco se decide a tirar y cierra bruscamente la puerta, que rebota con un estruendo metálico.

Levanta la mano y agita la botella.

-Vamos, ¿Un traguito antes de salir a volar con los novatos?-Silencio.-Venga, Lee, ¿no querrás que me beba esto yo solita, verdad? ¿O es que quieres que me emborrache para que puedas seguir con tu jueguecito?- su tono de voz va bajando y le da un largo trago a la botella. La sombra se mueve de nuevo.- ¿Hasta cuándo vamos a estar así? Ya no puedo seguir mirando a Sam a la cara sin tener ganas de partírsela por ser tan jodidamente permisivo conmigo. Por lo menos Dualla tiene su orgullo y no te dirige la palabra por ser un maldito infiel, pero Sam viene a buscarme cada noche aunque dos minutos atrás nos haya encontrado dándonos el lote en mi cam...

La sombra se mueve hacia la luz y Lee Adama acorrala a Kara, ahoga su voz mientras la besa, ata sus palabras con su lengua, las destroza con sus dientes y diluye sus pedazos en su saliva, hasta que sólo quedan sílabas encadenadas entre gemidos con sabor a guerra.

Todo entre ellos son peleas por ver quién tiene el control.

Por mucho que Lee tenga un rango superior a Kara todo el mundo sabe quién es el mejor piloto de los dos. Claro que cuando ser mejor piloto implica también tener tendencias más kamikaces, conviene a alguien más sensato para ejercer el liderazgo, pero entre las sábanas están igualados, porque lo único que puede salir mal parado son sus corazones, y los dos los tienen tan maltrechos que realmente no les importa lanzarse en una caída suicida mientras puedan tenerse el uno al otro unos instantes. Tampoco es que pudieran aguantarse mucho más, porque muy probablemente, acabarían por destrozarse mutuamente.

Aún así, prueban a tantearse de vez en cuando porque esos momentos en los que están juntos se sienten dolorosamente vivos y completos, aunque después pesen las consecuencias, la moral y las miradas acusatorias de sus parejas.

Porque se necesitan, porque llevan gravitando alrededor durante muchos años, y aunque los dos saben que si chocan no habrá quién les recomponga, vale la pena correr el riesgo.

Porque a pesar de haber vivido vidas distintas tienen cientos de cicatrices parecidas. Y la primera de ellas, la más dolorosa, con el mismo nombre: Zak Adama. Y de alguna forma, mientras se besan, mientras se acarician, mientras se acuestan juntos, esa herida ya no duele, y el resto deja de tener importancia.

domingo, 25 de abril de 2010

La maldición de Heráclito.

I

De vuelta al ritmo,
de vuelta a contar la vida
por despertares.

II

Que poco queda ya del cielo
si por huir desgastamos horizontes
y por quedarnos
se nos escapan los recuerdos,
diluidos en la máscara del tiempo.

III

Dale la espalda al olvido,
cruza y descruza los dedos,
al fin y al cabo el destino
siempre nos queda pequeño,
al otro lado del río,
como un fantasma perverso
que nunca abandona su sitio.

IV

Si tu miedo es quedarte conmigo
y ver que no somos iguales,
que nunca seremos los mismos,
que sólo tendremos instantes,
el mío es quedarme sin ti,
estar sola en las horas fugaces,
cambiar cuando no estás aquí
y ser, en el fondo, la misma de antes.

miércoles, 21 de abril de 2010

Seducción.

Al final me has dejado atrapada entre la intención y la acción. Consigues paralizarme con tu burda parodia de la sonrisa vertical, retorcida e indomable. Intento encontrar la forma de mirarte de reojo y no acobardarme con esa sensualidad tuya tan destructiva -y atractiva-. Ni siquiera con los ojos cerrados puedo librarme de ese olor a seducción que te persigue por todas partes como una sombra. Estupendo, no sólo tendré que ir a ciegas sino que ya antes de empezar tendré que quedarme sin respiración. Estoy empezando a pensar que no te gusta poner las cosas fáciles. Muy bien. Adoro los retos. Acepto tu juego y acato tus normas. Sólo es cuestión de tiempo que averigüe cómo saltármelas.

sábado, 17 de abril de 2010

Noche de fiesta.

Esquivando estrellas en las calles,
caminando al ras de las aceras,
al amparo de las callejuelas
donde la luz se condensa y se deshace.

Sobran ya los pies y los zapatos
y se cuela a la desesperada el sueño
y a duermevela bailo con el viento,
de alguna forma sé que estoy volando.

Me pregunto dónde va el silencio,
y a cara y cruz me juego a la fortuna
amanecer colgada de la luna
o simplemente lejos de mi cielo.

Siento más que sé que no estoy sola,
que hay sombras extra que me acompañan,
pero la agilidad sigue siendo mi aliada
y robo pasos al borde de la aurora.

Y llego a casa más pronto que tarde
y hay guerra entre mis manos y la puerta,
me sobran dedos o las manos van muy lentas
hasta que hay tregua entre la noche y mis llaves.

Y voy sonámbula a caer sobre la cama,
donde me atrapa a ciegas el colchón,
que se enfurece con la explicación:
"noche de fiesta, revuelo en otras sábanas".

miércoles, 14 de abril de 2010

Auras y colores.

-¿Sabes? A veces clasifico a la gente por colores.
-¿Por colores? ¿De qué, de su ropa?
-No.
-¿De sus zapatos?
-No.
-¿De su pelo?
-No, tonta, no. Las personas pueden cambiarse esos colores cuando quieren. Yo hablo de colores que no cambian. De un aura personal, si quieres llamarlo así.
-La verdad es que a mí eso del aura me da un poco de yuyu, como si al chocarnos con alguien pudiéramos electrocutarnos o algo con un campo de fuerza.
-A eso me refiero, a esas chispas que saltan cuando dos auras se cruzan. Normalmente cuando conoces a alguien y te acercas a darle dos besos, notas ese choque entre las auras y piensas "oye, qué buenas vibraciones me ha dado" o "uff, no me ha gustado su forma de acercarse". Yo en vez de sentirlo como agradable o desagradable, lo percibo como un fogonazo de color.
-¿Ah, sí? Qué curioso... Oye, ¿y de qué color me ves a mí?
-A ti te veo de color amarillo.
-Pero si tú odias el amarillo.
-¿Cómo voy a odiar el amarillo? Es un color, no se puede odiar un color.
-Pero tú dijiste una vez que no te gustaba vestir de amarillo.
-No gustar no es lo mismo que odiar, cielo. No me gusta vestir de color amarillo porque me siento como un pequeño y cegador sol andante.
-Ah... ¿entonces es bueno o malo que me veas de color amarillo?
-Eso es algo que tienes que decidir tú.
-Te encanta eso de dejarlo todo a la imaginación.
-Sí, la verdad es que sí.

Ámame.

Ámame en el silencio de una mirada
mientras despierte el Sol en la madrugada
y cuando duerma en la noche bésame,
sintamos los dos corazones en una misma piel.

Ámame en el olvido de la desesperanza
donde descansan los ángeles caidos
y cuando abran sus alas abrázame,
cobíjame en el regazo de tu cariño.

Ámame en la ausencia de la distancia
olvidando todos los miedos que hay en ti
y cuando venga la oscuridad mírame,
la ahuyentaré con la luz que brilla en mí.

Ámame en el exilio de la soledad
atando mi alma a la cárcel de tu ser
y cuando caiga el cielo libérame,
enfrentaremos juntos lo que tenga que suceder.

Ámame en el suspiro de los tiempos
robando segundos que reposen en la almohada
y cuando esté contigo créeme
si te digo que te amo sin ayer y sin mañana.

domingo, 11 de abril de 2010

Ángel-hada

Las musas no están por la labor de colaborar, así que iré poniendo algunas cosas que he reencontrado haciendo limpieza en el ordenador. Es increíble que al leer cosas que escribí hace unos años, sienta como que estoy leyendo a una extraña. ¿En qué momento, de unos años a esta parte, he cambiado? Por una parte es bonito, en cierta manera nostálgico, asomarme entre las palabras a ver todas las cosas que un día fueron importantes o decisivas en mi vida, aunque por otra... me alegro de haber cambiado, de haber madurado.

Esta poesía es del año 2006, 2º curso de bachiller, sin duda el curso más duro de mi vida. Nada de lo que escribía era alegre, por eso no suelo pararme a releer las cosas de esa época, no se corresponden a lo que soy ahora. Pero hay ciertas poesías que me gustan especialmente, y esta es una de ellas:

Llenaste mi memoria
vaciando los recuerdos,
haciendo que los cantos de sirena
se volvieran arpías del infierno,
alterabas mi pseudo-vida
con tu rostro y sus luceros,
si tú dabas la cara al mundo
yo le mostraba la espalda al cielo.

Por hacerte sonreir
cambié el rumbo a mi destino
y encerré mis sueños
en cárceles de humo,
tras las rejas me esperaban
los guardianes del olvido
y vencí una lucha injusta:
mil a uno y tú... conmigo.

Y me perdí en tu universo
porque el amor era mi guía,
fui marioneta de tu felicidad
pero mis hilos eran de seda
y cuando caí en el abismo
se me apagaron los días,
mi deseo se cumplió
y me morí en tu sonrisa.

No hay estrellas olvidadas
que griten ya mi nombre
ni segundos corrompidos
por mi llanto de papel,
no hay lágrimas que puedan
volver blanca mi mirada,
ni minutos asfixiados
que respiren otra vez.

Y te observo dolorida
estremeciendo al pensamiento
con el adiós no dicho
y tu ausencia en mi alma,
guardando los miedos,
cazando caricias en el aire
como mariposas de tristeza
que vuelan sobre mi esperanza...

-ángel-hada, semi muerta...-

martes, 6 de abril de 2010

Sinergia.

Y decirte en silencio palabras prohibidas,
de esas que te desvelan todos los secretos
y saber que quererte sin más ya no es cierto,
que ahora es más que la suma de noches y días
y pensar que tal vez ya no sea distinta
y el problema de amarte es amar sin medida,
deshacer el camino al olvido si conjuro tu voz
y sentir que a tu lado no hay vida que nos sobre a los dos.

lunes, 5 de abril de 2010

Guía de supervivencia.

¿Ves? el cielo entero se hundió
y el pestañeo de tu sonrisa
rompió los botes salvavidas
y vamos a la deriva los dos.

Cuenta atrás y comienza la acción:
si la noche no espera
pondremos a prueba
la guía de supervivencia
de la seducción.

Preguntas si no hay otra opción
que tirar todo por la cubierta,
no sé tú, pero yo a las indirectas
las hago pasarela y adiós.

Tírate sin pensar
que no puedes nadar,
yo te llevo conmigo hasta tierra
y si algo va mal
ya veremos qué tal,
hoy la oportunidad aún es nuestra.

domingo, 4 de abril de 2010

Incompatibilidad.

Te miro a los ojos mientras recuerdo y dudo que hayas sido el primero en entrar a mi corazón.

Te dedico mi sonrisa más sincera, prometo no hacerte daño cuando te diga adiós. Me iré tan lentamente que cuando desaparezca de tu vida ni siquiera te darás cuenta.

Y es que hoy he comprendido que no existen los medios corazones, sino los corazones enteros que encajan entre sí. Y nosotros no encajamos. Pretendimos encajar, pero somos dos polos que se repelen entre sí. A fuerza de caricias, de palabras, de besos, hemos intentado fingir que no somos así, disfrazar de inexistencia aquellas cosas que nos alejan. Pero al final acaban por desvestirse, entre copa y copa, y creo que es mejor dejar las máscaras para el carnaval.

Para que veas que no te engaño, me quito el antifaz primero y te hago ver por qué no podemos estar juntos:

amo la libertad, y tú... no tienes alas.

miércoles, 31 de marzo de 2010

De costumbres y huídas.

Sé que irás a dormir con la miel en los labios,
que es difícil huir cuando ya no estás solo,
que la lluvia cae igual al norte de Europa,
pero aquí sonreimos cuando sobra la ropa.

Hombre de ciudadela, de poniente y sus vientos,
de murallas de azahar, de las olas y el mar,
cuentan más tus silencios cuando piensas fingir
y es que adoro a los chicos que no saben mentir.

Quédate por Madrid si es que encaja en tus planes,
en las horas cruzadas y en su luna indiscreta,
de aquí al cielo hay un paso con los ojos cerrados
y a la vuelta te espero con el sol en las manos.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Viejo camaleón.

Siempre supiste esquivar los contratiempos
o confundirlos con un té y un Rock 'n Roll,
si daba el sol al norte y al sur llamaban los sueños,
de alguna forma ibas de lado hasta los dos...

Has recorrido el mundo entero, todo un viajero,
la tierra ha sido tu hogar, tu deseo, tocar el cielo,
has mudado la piel mil veces en mil lugares distintos,
pero el corazón aún late en el mismo sitio...

Y es que el camino también sabe de secretos
y no es posible hacer balance, mi viejo camaleón,
puedo entender que ya no quieras ser de los buenos,
porque las reglas siguen cambiando, pero tú no,
porque este mundo escapa fuera de tu control.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Abecegrama.

Avisé al alba:
Belcebú
cercenó cada
destello de
esperanza.

Fue furia
grotesca, grácil
huída hacia
indómitos infiernos.

Jirones
kármicos,
la luz
mutilada
nítidamente... Ningún
ñoño
oscuro ondeó
para presumir.

¿Quién
recibió respuesta?

Suficientes sinos sucumbieron,
trístemente truncados.

Una única
verdad
wagneriana:

Xión
yace y
zozobra...

viernes, 12 de marzo de 2010

Carpe noctem.

En esta canción interminable, donde se clavan las frases como espinas de recuerdo, te veo sonriendo de cerca y en tus ojos luce un sol más siniestro. No escuché cómo mordía la noche tu mirada, ni vi el final entre los dientes del amanecer, porque no quise despertar al ver la luz tras las persianas, ni pensar en si los sueños huirían tras tu piel. Y ahora miro al espejo, buscando algún rastro de tu boca entre mis labios, deseando encontrarte detrás de mí, susurrándome al oído que no estoy loca, que aún estás aquí. Deletreo una a una las razones, ignorando la llamada de advertencia que lanza el corazón, y descubro todas las locuras que comienzan con tu nombre y acaban... sin ti.

jueves, 11 de marzo de 2010

Noúmenos fenoménicos.

Y volveremos a ver las estrellas,
pero serán las mismas
y nosotros habremos cambiado:
seguiremos siendo enamorados,
aunque quizás seamos prisioneros
de otros besos, de otros brazos...

domingo, 7 de marzo de 2010

Las fases del amor.

Gira, giran los cuerpos,
y en esta danza
no hay errores, no hay tropiezos,
yo giro y giras, y frente a frente
solo los dos, como en un sueño.

Dura sólo un instante,
un parpadeo,
abro los ojos y no estás
pero te escucho respirar
y ambos sabemos
que ya no hay vuelta atrás.

Gira, giran los tiempos,
y de repente huye el otoño,
llega el invierno,
contamos otro agosto
y pasa un año,
hacemos el amor entre aguaceros.

Tardas, ya no te espero,
siempre es difícil retocar
bien las mentiras,
sabes que no te creo,
pero mejor fingir que ser sinceros.

Gira, giran los besos,
van de la boca al cuello,
del cuello a la mejilla,
de la mejilla al viento,
del viento a los recuerdos...

Al final queda lluvia y silencio,
la luna interminable
tus noches en la almohada,
la absurda retahíla de palabras
que no sirven de nada,
ni las escucha nadie.

Gira, giran las rutinas,
los pasos maniatados por los días,
giras y al girar un par de esquinas
cruzamos lentamente despedidas,
adiós y que te vaya bien la vida.

Y aunque no sea meritorio claudicar
reclamo mi derecho de estar en libertad
que tanto quita y tanto puede dar,
y cierro el círculo de vuelta al punto cero,
ese que otros llaman soledad.

martes, 23 de febrero de 2010

Amores de verano.

Un poco pronto para hablar de amores de verano, pero aquí estamos. Inspiración made in Extremoduro y algo de Marea, de esos caprichos canallas, intensos, reminiscencias de la edad del pavo, donde el amor estaba a la vuelta de la esquina y era eterno sólo por un rato.


Otra madrugada a grandes pasos,
desiertos de coral en carretera,
un cuadro descolgado por los años,
caricias de cruzar el cielo y vuelta.

Los árboles freudianos de tus piernas,
mil promesas firmadas por tus labios,
un vendaval cubierto de hojas secas
que se hace un huracán entre tus brazos.

Si ríes puede el mundo caerse a cachos,
que a mí con ser el polvo de tu lengua
me llega para ser feliz un rato
y echar con tu sonrisa una carrera.

Y si no estás deprisa, un arrebato,
la absurda libertad de la botella,
adiós en la nevera y garabatos
que sólo entiendo yo y un par de estrellas.

Y dime si esto no es una locura,
la incierta inercia de colisionarnos
y volver a remendarnos las junturas,
a menos cada vez, a menos damos:
el hilo en las heridas sin fisuras,
te coso y tu me cierras más despacio
y lo demás es cosa de otra aguja.
Noche de despistar al calendario:
marcar de cero y cruz a ras de luna.

jueves, 11 de febrero de 2010

Alquimia de la felicidad.

"Estoy hecha de una mezcla de aire y de fuego tan condensados que se vierten por cada hueco de mi cuerpo condenado a ser tierra, hasta que llegan al lugar donde mis sueños crean una realidad y allí se convierten en agua, en una alquimia tan compleja como elemental. Y para desahogarme de mis penas me transformo en huracán, incendio, terremoto y remolino, destrozando a mi paso hasta el miedo más primitivo anudado en el fondo de mi conciencia, dejándome llevar por los caminos más oscuros. Después me convierto en brisa, llama, llanura y lluvia, y reconstruyo mi alma bajo la luz de un nuevo amanecer, más hermoso y brillante, libre de rutinas, desencantos y tristezas. Para acabar el ritual miro por el espejo de la realidad, aceptándome a mi misma tal y como soy y redescubro que ese es el verdadero secreto para ser feliz."


Cada persona tiene su forma de encontrar la felicidad. La mía es esta, ser sincera conmigo misma. Si no lo soy difícilmente puedo decir que me siento feliz, por muy bien que vayan las cosas con mis amigos, mi familia o la uni. Antes que nada, tengo que aceptar mis defectos y mis virtudes, mis aciertos y mis fallos, mis derrotas y mis victorias. Creo que la felicidad no nos viene dada, sino que la creamos nosotros mismos. No es destino, no es azar, no es suerte. Ser feliz es algo que elegimos, por muy inconscientes que seamos de ello.

miércoles, 10 de febrero de 2010

El final de una historia.

Los segundos que pasan,
-las horas-
los secretos que nadan,
-las olas-
las miradas que hablan
-a solas-.

Un reflejo en el espejo
que sobra.

Tu cuerpo y el mío,
un beso, las alas que vuelan,
mi mundo y el río,
un deseo, las palabras que quiebran
-rapaces-
los sueños dormidos,
-fugaces-
los cielos prohibidos,
-instantes-
un eco de origen tu nombre.

-Un silencio-

Las tardes que corren
y esconden,
las sombras que extrañan
y engañan.

-Un olor ajeno en la camisa-

El tiempo que pasa sin prisa,
los mensajes, las llamadas perdidas,
el sofá, el reloj, las manecillas,
la noche que muere, la puerta, las mentiras.

La eternidad que dura unos meses,
las promesas rotas, las notas,
"Trabajo, no vuelvo hasta el viernes"
el adiós al que teme e ignora,
los suspiros, los atardeceres,
el amor que se apaga, una herida que escuece.

Y al final el final de una historia.

lunes, 8 de febrero de 2010

Nana de febrero.

Nana de secretos,
de esos que no duermen,
de los que se esconden
de los pensamientos
que guardan silencio.

Nana de olvidarte lentamente,
otro día espera en la corriente,
risas desgastadas,
son como un invierno incierto
con palabras sueltas en el viento:
"abrázame bien fuerte",
"no existen los por siempres",
"un beso y hasta luego",
"no importa, yo te quiero".

Nana de acabar con todo,
nana de empezar de cero,
con la melodía de los viejos tiempos,
de los nuevos juegos con juguetes rotos,
de dos y mil momentos.

Nana de contar deseos,
de ese sentimiento
que desliza el cielo
por tu piel de hielo
y ahora sin disfraces,
solamente el fuego
que quema al instante
al miedo y sus secuaces.

Nana de febrero,
nada es como antes,
pero si te escucho
ya no existe el tiempo,
ya no somos nadie,
sólo un par de notas
colgadas del aire,
estrellas fugaces
de camino al suelo,
cómplices amantes
del arte del sueño.

domingo, 7 de febrero de 2010

Translocaciones.

Diversificaciones, diversiones bífidas,
la versión oscura y la blanca falsificación:
¿dónde hundiremos ahora el filo
de frías soledades y calurosas bienvenidas?

El viento pagará peaje de insolencia
pero tu nombre,
¿por qué habría de cobrar doblemente?
¿por qué debería ser una posesión?
si de boca en boca cambias,
de amigo a enemigo,
como un tenebroso espía involuntario.

Te pronuncias equivocadamente, digo,
porque tu voz es al destino
lo que el pulso al paraíso
y aún en estrellas se apoyan tus sueños,
en esas pequeñas prófugas del infierno
que caen imperturbables
sobre nomeolvides, pensamientos, rosas rojas
y magnolias silenciosas como besos
que esperan en el jardín de tu cuerpo,
bajo tierras inundadas de espinas inesperadas.

Pero no desesperes amor mío,
que la espera es la celda del deseo.

domingo, 24 de enero de 2010

Bajo el cielo raso.

Sorprende la mañana como siempre
al borde de una eternidad que reconozco
y de otra libertad que desconozco
al menos hasta que entre en la corriente
que es donde salta el mundo cada paso
y el cielo torpemente se tropieza,
hunde los pies al fondo del abismo
y hace que todo sea más fácil mientras rueda
y enreda los segundos que nos quedan
a un sueño, a una ilusión, a un imprevisto,
a una oportunidad a la vereda
de nuestro despertar en el camino.

sábado, 16 de enero de 2010

El mañana nos lo dirá.

Si, derroché mañanas como todos los demás,
no había nadie a quién disculpar,
no había fin, sólo ganar.

Sí, limité mi cielo a otra soledad,
no había canciones para escuchar,
no había luz, sólo gritar.

Y de repente y sin aviso
te metiste en mis resquicios
como un río desbocado,
con destreza y sin reparos,
tras de ti sólo vestigios
de restos de algún pasado.

Y así fue como olvidaste preguntar
y tus ojos dispararon a matar
atravesando las barreras de los miedos,
reconstruyendo poco a poco mis deseos
y descubrí que no atendía a más razones
que las que daban mi corazón y mis tentaciones.

Y llegamos sin descanso
a la rosa de los vientos
con un norte equivocado
y abordando los infiernos
por no abandonar recuerdos...

Y nos vimos distanciados
entre todos los demás,
de repente no eran tantos
los minutos que aclarar
y nos fuimos tropezando
con esos primeros pasos.

Pero quién sabe cuándo acabará,
si es que esta historia tiene un final,
quién sabe adónde llevará,
sólo el mañana nos lo dirá...

martes, 5 de enero de 2010

Hay...

Hay silencios y miradas y batallas que emprender, porque el riesgo no es el juego sino no saber perder. Y hay mentiras y traiciones y emociones que esconder, porque el miedo no es lo hecho sino no saber que hacer. Y hay caricias e ilusiones y emociones que ofrecer, porque el fuego no es el tiempo sino no saber querer.