jueves, 22 de julio de 2010

Amanecer en el jardín oscurecido.

Desenredo el sol de tus pestañas
dormidas, aleteando promesas
en la bruma de los sueños
exiliados.

No remontan las flores
en mi cama, tal vez es otro
vuelo de comillas
que ha de cerrar el trazo de tus dedos.

Repaso tu sonrisa
sin prisa, aún es pronto
para perfeccionar
mi nombre en tus labios secos
como pétalos ausentes. No llegan
a ocultarse las espinas, pero el corazón
no duele en este amanecer
en el jardín oscurecido de tu cuerpo.

Resuenan susurros hilvanados
diestramente por las horas
del ruiseñor y los pasos
de fronteras que se rompen
con tu despertar silban en la última
puntada. No hay agujas de pino
anidando en tu pelo, no hay
azahares ni magnolias pendiendo
de tus manos, pero hueles
a rocío y a romero y sí,
para mí eso es más que suficiente.

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