miércoles, 28 de abril de 2010

Bálsamo.

Me hizo mucha gracia encontrarme esto en el ordenador. Resulta que hace un par de años me hice adicta a la serie Battlestar Galactica 2003, y después de ver la tercera temporada (no recuerdo si el principio o el final), me dio por escribir esto. En el mundo fan, esto es lo que se llama un "fic", es decir, una historia inventada a partir del contexto y los personajes de una serie, un libro, etc. A parte de un par de escenas cortas y chapuceras de los Merodeadores de Harry Potter no he escrito nada de este género, pero los personajes de Kara y Lee me fascinan, y de ahí debió de salir esto. Sinceramente no recuerdo si tiene spoilers porque se me queda muy difuminado todo el contexto de Battlestar Galáctica y la división entre temporadas (este verano tengo que volver a vérmela sin falta porque es cojonuda, y su final es el mejor de toda la historia de las series). Aquí lo dejo.





Kara no sabe si está teniendo alucinaciones por culpa del alcohol recién destilado que Tyrol ha hecho en el almacén de armamento (como en los viejos tiempos) o porque lleva más de tres días sin dormir. El caso es que se mira al espejo y al lado de su cara pálida y ojerosa un también cansado Lee Adama le guiña un ojo. Cada vez que se vuelve no ve a nadie, pero está convencida de que Lee está jugando con ella. Y eso la desconcierta. Y mucho, porque siempre es ella la que juega con él, no al revés. A la tercera vez se termina de un trago el alcohol que queda en el vaso y lo deja con fuerza sobre una mesa que se tambalea ante el embate.

-¡Sal de una jodida vez, Apollo, no estoy para tus bromas!- Grita Kara. Cree percibir que una sombra se mueve a su izquierda. Con la mano derecha agarra la botella que está en el estante superior de su taquilla, junto a una pequeña caja de madera de Cáprica donde guarda esas cosas que no quiere ver pero que tampoco se decide a tirar y cierra bruscamente la puerta, que rebota con un estruendo metálico.

Levanta la mano y agita la botella.

-Vamos, ¿Un traguito antes de salir a volar con los novatos?-Silencio.-Venga, Lee, ¿no querrás que me beba esto yo solita, verdad? ¿O es que quieres que me emborrache para que puedas seguir con tu jueguecito?- su tono de voz va bajando y le da un largo trago a la botella. La sombra se mueve de nuevo.- ¿Hasta cuándo vamos a estar así? Ya no puedo seguir mirando a Sam a la cara sin tener ganas de partírsela por ser tan jodidamente permisivo conmigo. Por lo menos Dualla tiene su orgullo y no te dirige la palabra por ser un maldito infiel, pero Sam viene a buscarme cada noche aunque dos minutos atrás nos haya encontrado dándonos el lote en mi cam...

La sombra se mueve hacia la luz y Lee Adama acorrala a Kara, ahoga su voz mientras la besa, ata sus palabras con su lengua, las destroza con sus dientes y diluye sus pedazos en su saliva, hasta que sólo quedan sílabas encadenadas entre gemidos con sabor a guerra.

Todo entre ellos son peleas por ver quién tiene el control.

Por mucho que Lee tenga un rango superior a Kara todo el mundo sabe quién es el mejor piloto de los dos. Claro que cuando ser mejor piloto implica también tener tendencias más kamikaces, conviene a alguien más sensato para ejercer el liderazgo, pero entre las sábanas están igualados, porque lo único que puede salir mal parado son sus corazones, y los dos los tienen tan maltrechos que realmente no les importa lanzarse en una caída suicida mientras puedan tenerse el uno al otro unos instantes. Tampoco es que pudieran aguantarse mucho más, porque muy probablemente, acabarían por destrozarse mutuamente.

Aún así, prueban a tantearse de vez en cuando porque esos momentos en los que están juntos se sienten dolorosamente vivos y completos, aunque después pesen las consecuencias, la moral y las miradas acusatorias de sus parejas.

Porque se necesitan, porque llevan gravitando alrededor durante muchos años, y aunque los dos saben que si chocan no habrá quién les recomponga, vale la pena correr el riesgo.

Porque a pesar de haber vivido vidas distintas tienen cientos de cicatrices parecidas. Y la primera de ellas, la más dolorosa, con el mismo nombre: Zak Adama. Y de alguna forma, mientras se besan, mientras se acarician, mientras se acuestan juntos, esa herida ya no duele, y el resto deja de tener importancia.

domingo, 25 de abril de 2010

La maldición de Heráclito.

I

De vuelta al ritmo,
de vuelta a contar la vida
por despertares.

II

Que poco queda ya del cielo
si por huir desgastamos horizontes
y por quedarnos
se nos escapan los recuerdos,
diluidos en la máscara del tiempo.

III

Dale la espalda al olvido,
cruza y descruza los dedos,
al fin y al cabo el destino
siempre nos queda pequeño,
al otro lado del río,
como un fantasma perverso
que nunca abandona su sitio.

IV

Si tu miedo es quedarte conmigo
y ver que no somos iguales,
que nunca seremos los mismos,
que sólo tendremos instantes,
el mío es quedarme sin ti,
estar sola en las horas fugaces,
cambiar cuando no estás aquí
y ser, en el fondo, la misma de antes.

miércoles, 21 de abril de 2010

Seducción.

Al final me has dejado atrapada entre la intención y la acción. Consigues paralizarme con tu burda parodia de la sonrisa vertical, retorcida e indomable. Intento encontrar la forma de mirarte de reojo y no acobardarme con esa sensualidad tuya tan destructiva -y atractiva-. Ni siquiera con los ojos cerrados puedo librarme de ese olor a seducción que te persigue por todas partes como una sombra. Estupendo, no sólo tendré que ir a ciegas sino que ya antes de empezar tendré que quedarme sin respiración. Estoy empezando a pensar que no te gusta poner las cosas fáciles. Muy bien. Adoro los retos. Acepto tu juego y acato tus normas. Sólo es cuestión de tiempo que averigüe cómo saltármelas.

sábado, 17 de abril de 2010

Noche de fiesta.

Esquivando estrellas en las calles,
caminando al ras de las aceras,
al amparo de las callejuelas
donde la luz se condensa y se deshace.

Sobran ya los pies y los zapatos
y se cuela a la desesperada el sueño
y a duermevela bailo con el viento,
de alguna forma sé que estoy volando.

Me pregunto dónde va el silencio,
y a cara y cruz me juego a la fortuna
amanecer colgada de la luna
o simplemente lejos de mi cielo.

Siento más que sé que no estoy sola,
que hay sombras extra que me acompañan,
pero la agilidad sigue siendo mi aliada
y robo pasos al borde de la aurora.

Y llego a casa más pronto que tarde
y hay guerra entre mis manos y la puerta,
me sobran dedos o las manos van muy lentas
hasta que hay tregua entre la noche y mis llaves.

Y voy sonámbula a caer sobre la cama,
donde me atrapa a ciegas el colchón,
que se enfurece con la explicación:
"noche de fiesta, revuelo en otras sábanas".

miércoles, 14 de abril de 2010

Auras y colores.

-¿Sabes? A veces clasifico a la gente por colores.
-¿Por colores? ¿De qué, de su ropa?
-No.
-¿De sus zapatos?
-No.
-¿De su pelo?
-No, tonta, no. Las personas pueden cambiarse esos colores cuando quieren. Yo hablo de colores que no cambian. De un aura personal, si quieres llamarlo así.
-La verdad es que a mí eso del aura me da un poco de yuyu, como si al chocarnos con alguien pudiéramos electrocutarnos o algo con un campo de fuerza.
-A eso me refiero, a esas chispas que saltan cuando dos auras se cruzan. Normalmente cuando conoces a alguien y te acercas a darle dos besos, notas ese choque entre las auras y piensas "oye, qué buenas vibraciones me ha dado" o "uff, no me ha gustado su forma de acercarse". Yo en vez de sentirlo como agradable o desagradable, lo percibo como un fogonazo de color.
-¿Ah, sí? Qué curioso... Oye, ¿y de qué color me ves a mí?
-A ti te veo de color amarillo.
-Pero si tú odias el amarillo.
-¿Cómo voy a odiar el amarillo? Es un color, no se puede odiar un color.
-Pero tú dijiste una vez que no te gustaba vestir de amarillo.
-No gustar no es lo mismo que odiar, cielo. No me gusta vestir de color amarillo porque me siento como un pequeño y cegador sol andante.
-Ah... ¿entonces es bueno o malo que me veas de color amarillo?
-Eso es algo que tienes que decidir tú.
-Te encanta eso de dejarlo todo a la imaginación.
-Sí, la verdad es que sí.

Ámame.

Ámame en el silencio de una mirada
mientras despierte el Sol en la madrugada
y cuando duerma en la noche bésame,
sintamos los dos corazones en una misma piel.

Ámame en el olvido de la desesperanza
donde descansan los ángeles caidos
y cuando abran sus alas abrázame,
cobíjame en el regazo de tu cariño.

Ámame en la ausencia de la distancia
olvidando todos los miedos que hay en ti
y cuando venga la oscuridad mírame,
la ahuyentaré con la luz que brilla en mí.

Ámame en el exilio de la soledad
atando mi alma a la cárcel de tu ser
y cuando caiga el cielo libérame,
enfrentaremos juntos lo que tenga que suceder.

Ámame en el suspiro de los tiempos
robando segundos que reposen en la almohada
y cuando esté contigo créeme
si te digo que te amo sin ayer y sin mañana.

domingo, 11 de abril de 2010

Ángel-hada

Las musas no están por la labor de colaborar, así que iré poniendo algunas cosas que he reencontrado haciendo limpieza en el ordenador. Es increíble que al leer cosas que escribí hace unos años, sienta como que estoy leyendo a una extraña. ¿En qué momento, de unos años a esta parte, he cambiado? Por una parte es bonito, en cierta manera nostálgico, asomarme entre las palabras a ver todas las cosas que un día fueron importantes o decisivas en mi vida, aunque por otra... me alegro de haber cambiado, de haber madurado.

Esta poesía es del año 2006, 2º curso de bachiller, sin duda el curso más duro de mi vida. Nada de lo que escribía era alegre, por eso no suelo pararme a releer las cosas de esa época, no se corresponden a lo que soy ahora. Pero hay ciertas poesías que me gustan especialmente, y esta es una de ellas:

Llenaste mi memoria
vaciando los recuerdos,
haciendo que los cantos de sirena
se volvieran arpías del infierno,
alterabas mi pseudo-vida
con tu rostro y sus luceros,
si tú dabas la cara al mundo
yo le mostraba la espalda al cielo.

Por hacerte sonreir
cambié el rumbo a mi destino
y encerré mis sueños
en cárceles de humo,
tras las rejas me esperaban
los guardianes del olvido
y vencí una lucha injusta:
mil a uno y tú... conmigo.

Y me perdí en tu universo
porque el amor era mi guía,
fui marioneta de tu felicidad
pero mis hilos eran de seda
y cuando caí en el abismo
se me apagaron los días,
mi deseo se cumplió
y me morí en tu sonrisa.

No hay estrellas olvidadas
que griten ya mi nombre
ni segundos corrompidos
por mi llanto de papel,
no hay lágrimas que puedan
volver blanca mi mirada,
ni minutos asfixiados
que respiren otra vez.

Y te observo dolorida
estremeciendo al pensamiento
con el adiós no dicho
y tu ausencia en mi alma,
guardando los miedos,
cazando caricias en el aire
como mariposas de tristeza
que vuelan sobre mi esperanza...

-ángel-hada, semi muerta...-

martes, 6 de abril de 2010

Sinergia.

Y decirte en silencio palabras prohibidas,
de esas que te desvelan todos los secretos
y saber que quererte sin más ya no es cierto,
que ahora es más que la suma de noches y días
y pensar que tal vez ya no sea distinta
y el problema de amarte es amar sin medida,
deshacer el camino al olvido si conjuro tu voz
y sentir que a tu lado no hay vida que nos sobre a los dos.

lunes, 5 de abril de 2010

Guía de supervivencia.

¿Ves? el cielo entero se hundió
y el pestañeo de tu sonrisa
rompió los botes salvavidas
y vamos a la deriva los dos.

Cuenta atrás y comienza la acción:
si la noche no espera
pondremos a prueba
la guía de supervivencia
de la seducción.

Preguntas si no hay otra opción
que tirar todo por la cubierta,
no sé tú, pero yo a las indirectas
las hago pasarela y adiós.

Tírate sin pensar
que no puedes nadar,
yo te llevo conmigo hasta tierra
y si algo va mal
ya veremos qué tal,
hoy la oportunidad aún es nuestra.

domingo, 4 de abril de 2010

Incompatibilidad.

Te miro a los ojos mientras recuerdo y dudo que hayas sido el primero en entrar a mi corazón.

Te dedico mi sonrisa más sincera, prometo no hacerte daño cuando te diga adiós. Me iré tan lentamente que cuando desaparezca de tu vida ni siquiera te darás cuenta.

Y es que hoy he comprendido que no existen los medios corazones, sino los corazones enteros que encajan entre sí. Y nosotros no encajamos. Pretendimos encajar, pero somos dos polos que se repelen entre sí. A fuerza de caricias, de palabras, de besos, hemos intentado fingir que no somos así, disfrazar de inexistencia aquellas cosas que nos alejan. Pero al final acaban por desvestirse, entre copa y copa, y creo que es mejor dejar las máscaras para el carnaval.

Para que veas que no te engaño, me quito el antifaz primero y te hago ver por qué no podemos estar juntos:

amo la libertad, y tú... no tienes alas.