domingo, 29 de marzo de 2009

Decidí.

Decidí ser canción y fluir en las olas del viento, advertir al silencio del final de la tregua y volver a reir con el alma en vela. Y así la noche me encontró, hilando madrugadas con los ojos cerrados, esperando la señal que me hiciera despertar y transformara mis sueños en ocasos bordados de besos olvidados por el tiempo. Y así el día me sorprendió, tejiendo corazonadas al borde del ayer, haciéndole puntadas a los recuerdos que se me deshilan sin querer, de tanto remendarlos.

martes, 24 de marzo de 2009

Ella.

Ella llora por cosas que no quiere contar y vive de silencios que alimentan sus miradas de palabras, de secretos atrapados por el tiempo. Ella sabe de todo y no dice nada, como si a su noche le faltara una estrella de pedir deseos y esperara algo que no llega. En sueños puedes verla dormida, con los ojos abiertos para seguir buscando sus anhelos perdidos. Aires de indiferencia revuelven sus cabellos y cuando camina los horizontes se hacen más cercanos para que pueda tocarlos con la mano. Parece que es etérea, luz condensada en un símil de figura cambiante. Y es que su cuerpo es volátil como una chispa de incosciencia. El viento la lleva donde quiere, siempre dejando un aroma de otoños primaverales. No conoce la palabra rutina porque nunca escucha la misma melodía en el viento, ni ve amaneceres iguales. Ni siquiera el cielo nocturno es el mismo cada vez que lo mira porque siempre hay una estrella que muere y otra que nace. Cuando el frío la congela se hace más corpórea, pero no quita la escarcha de sus pestañas porque espera paciente a que un rayo de Sol la transforme en rocío. Ha vivido eones y eras y con su ínfimo peso ha formado caminos que conducen a la frontera que separa la realidad de lo desconocido. Y se queda allí, tejiendo con sus manos los mañanas con hilos del ayer, sin conocer jamás qué es el presente, sin ser consciente de que existe. Ella ha sido y seguirá siendo, pero nunca es. Eso significaría su fin, colapsar todas las posibilidades, encerrarlas en un segundo ínfimo que borraría su magia, que la haría igual que los demás.

domingo, 22 de marzo de 2009

Rumbos divergentes.

Trato de convencerme de que no has cambiado tanto como parece, aunque es difícil. Me estás volviendo loca con lo que no dices pero no te callas. Sabes cómo encontrar mis puntos débiles pese a estar tan lejos que el viento no es el mismo, y sólo con un espacio en blanco eres capaz de hacerme tropezar con tu dolor. No sé qué pretendes conseguir, pero a pesar de lo que hagas no voy a sentirme culpable. Te fui sincera hasta el último momento y por lo menos puedo decir que fui yo la que tomé la decisión e hice lo que hice porque YO sentía que era lo correcto. No puedo decir lo mismo de tus acciones, ya no sé cuando eres tú o cuándo otra persona mueve los hilos, pero no voy a perder el tiempo intentando descubrirlo. Allá tú si quieres vivir tu propia vida o la que otros quieren que vivas. Yo ya no voy a estar más para quitarte la venda de los ojos, me cansé de sostener tu mundo entre las manos para que eligieras el camino por tu cuenta. Es hora de que vueles sin mí, espero de verdad que no encuentres vientos en contra ni tormentas que te aparten del rumbo que quieras seguir. Lo que me pregunto es, ¿será el rumbo que tú eligas o el que creas que has elegido?

sábado, 21 de marzo de 2009

Reflexiones.

Parece que todo ha vuelto a la normalidad de antes, con la diferencia de que echo de menos cosas que nunca antes había echado de menos y valoro otras cosas que nunca antes había valorado como debía. La libertad, por ejemplo, el poder ir a donde quiera, con quien quiera y para hacer lo que quiera, sin la necesidad de dar explicaciones, sin sentirme culpable por no darlas. Sí, he perdido otras cosas por el camino, pero he ganado muchas más. La timidez y el silencio se fueron quedando relegados a un segundo plano y aunque volvieron a entrar en escena al romper con todo -para enfrentar lo que sabía que vendría, para poner un par más de barreras antes de que llegara la tormenta- poco a poco se quedarán atrás, porque he aprendido que son actitudes que alejan a los demás si te escudas en ellas. Cuesta, sí, siempre han sido mi arma y mi escudo según la situación, pero el que no arriesga no gana, y el mundo está lleno de personas maravillosas como para que valga la pena correr riesgos. La vida es un campo de batalla, y siempre he sido una arquera, la última fila de saetas mortales y precisas, con la distancia como eterna aliada, pero he decidido que tengo que dejar atrás el arco y la flecha y avanzar hacia delante, con una lanza o una espada en la mano y el enemigo tan cerca como el amigo, defendiendo a mis compañeros de guerra con sudor y sangre, si hace falta.

viernes, 20 de marzo de 2009

Tema: Tacones rojos.



"Red shoes" by passionphoto


Se dividió como el silencio quebrado por el sonido de unos zapatos de tacón rojos: un eco partido en dos. A un lado el color, al otro la sombra, y en medio su vida serpenteando entre agujeros, cosiendo ambas partes y obligándolas a unirse precariamente en torno a la figura de una mujer. Todo acababa confluyendo en el rojo o en el negro, invariablemente: el negro de su pelo y el rojo de sus zapatos. Los recuerdos junto a ella se configuraban en esa rara matriz dicromática, que hacía del mundo un paisaje en llamas jalonado de pinceladas oscuras.


Una vez juró que amaría por siempre a esa mujer, pero no se percató de que la eternidad es muy larga cuando se trata de sentimientos. Los años fueron pasando y los tacones rojos se fueron desgastando, hasta que se rompieron y quedaron olvidados en el fondo del armario. El color de sus recuerdos fue perdiéndose, hasta que quedó sólo la oscuridad y una suerte de herida sangrante con retazos de su sonrisa o de una lágrima. Ella se fue de su vida tal como había llegado, de imprevisto y sin razones, porque la muerte no entiende de momentos adecuados ni de lógica, tan solo viene y siempre se queda.


Rafael vivió bajo la sombra del adiós interminable durante tres largos años, hasta que otra mujer llegó a iluminar sus rincones oscuros. Llevaba sandalias y nunca usaba tacón. Cuando ella encontró los zapatos rotos y los tiró a la basura, Rafael se dio cuenta de que había tirado con ellos el primer recuerdo que guardaba de Victoria y sintió un deje de melancolía porque sabía que por mucho que Isabel lo amara, ella no entendería la magia primigenia que guardaban para él los tacones rojos, ni podría igualarla por muy caros y bonitos que fueran sus zapatos.

jueves, 19 de marzo de 2009

Ironía.

Volví a escuchar el tiempo
pasar sin prisa sobre mi piel,
borrando las cosas que el mundo
intentaba conservar
y pensé que la ironía no era humana.

miércoles, 18 de marzo de 2009

El encanto de las horas

I

Primavera en la piel gimiendo rocío,
lágrimas de cielos fríos y prohibidos,
congelando hojas y espesando el viento
que derrumba murallas del sonido.

II

Atrapa el gris la esencia de la lluvia
que encadena nubes a morir al suelo,
batalla perdida de antemano
y el humo ríe extasiado
de reflejarse en matices de un azul marchito.

III

Carmín del amanecer en la pared,
sus labios besan mi sueño
para despertar de él y huir
del embrujo del ayer.

IV

Segundo a segundo la luz nace enfurecida
y en el corsé de la persiana se ahoga...
tic, tac, tic, tac... el reloj inmortal marca otra hora,
otra hora más, matando el día.

martes, 17 de marzo de 2009

Libertad.

Nada anticipó la partida, ni la noche dormida ni el viento con todos sus secretos a la vista. Ahora recuerdo una sola señal de despedida, un reflejo en el espejo, los ojos mirando hacia abajo y una caricia reticente en la cintura. Lo demás fueron vino y estrellas y soledades mal dispuestas, y un silencio cada vez más denso, como el aire antes de una tormenta de verano. Sé que pensé muchas veces "algo ha cambiado", pero no supe ni sé siquiera ahora exactamente qué fue lo que nos llevó al final. Tal vez fueron las palabras no dichas o el corazón exhausto de pasiones. Quizás fue el sentimiento innombrable, la desidia recorriendo las horas o la sombra de todo separando nuestros pasos. Quisiera poder decir que me pilló por sorpresa el adiós, pero hay cosas que se cuelan en la mente como un escalofrío, presentimientos que anuncian aquello que no aceptamos hasta que se vuelve realidad. Y ahora una parte de mí anhela el olvido, pero el resto me grita "libertad". Y volaré hasta que se rompan las alas o el crepúsculo me alcance.

lunes, 16 de marzo de 2009

Gata.

Recorro la mañana a saltos, vuelvo a ser una gata de zarpas afiladas y escondidas, dispuesta a cincelar la realidad y a destrozar el miedo. No hay noche que me suma en la oscuridad, no mientras siga teniendo los ojos abiertos y la piel erizada de sentimientos y verdades. Caigo a cuatro patas, disfruto tumbada al sol, lamo mis heridas y luzco con orgullo las cicatrices, cada una es una lección aprendida, una vida menos que perder, y eso que tengo más de siete, o al menos eso creo. Necesito desenredarme del pasado, salir a campo abierto y correr, correr, correr, saltar, acorralar algún pequeño animal y jugar con él antes de darle el mordisco de gracia (a algo habrá que clavarle los dientes, digo yo, y hay algún que otro reto que tengo ganas de saborear). Pensándolo bien quizá lo mejor sea meterme en un bosque frondoso, donde no vea más de tres pasos por delante, porque tal vez lo que me pasa es que miro demasiado lejos y ya tengo la vista cansada de tanto horizonte y necesito mirar entre las hojas o tras las briznas de hierba, buscando esas pequeñas cosas que pasamos por alto si vamos muy deprisa. Tengo tiempo, tengo libertad y tengo ganas. Veamos hasta donde me llevan mis pasos felinos, hoy tan sólo soy una gata desnuda, ya volveré a ser pantera vestida de fuego cuando me canse de meterme en los recovecos de la vida. Si no me veis, buscad bajo la cama. Allí es donde se esconden los mejores sueños.

viernes, 13 de marzo de 2009

Sueños que comienzan.

Robando el tiempo al corazón
donde la noche espera y desespera,
silba el viento una canción
que habla de sueños que comienzan
donde otra historia terminó.

Tras el cristal.

Hay una suerte de juego perturbador que nos envuelve a todos como el agua. Vivimos entre reflejos de lo que creemos sentir, juzgamos inadvertidamente diamantes de múltiples facetas, con los que podemos cortarnos, maravillarnos o cegarnos a partes iguales. Hoy desperté con la sensación de estar al descubierto, la marea había bajado de repente y me había despojado de espuma, corales y arena, y por un instante fui una roca desnuda de toda pretensión. Luego me fijé un horizonte que alcanzar y me encontré sumergida en una lluvia espesa como la miel, que me dio manos y pies, piernas y brazos, torso y cabeza, y un corazón cuyos latidos reberberaban impacientemente tras las gotas, como si quisieran atravesarlas y volar lejos. La lluvia cesó, pero no había viento que dispersara las gotas, que se quedaron prendidas a mí cambiando la luz a su antojo. Y me pregunto si no estaremos siempre de aguacero en aguacero, de distorsión en distorsión, buscando el reflejo que nos muestre tal y como somos o tal vez la manera de hundirnos en el fondo abisal del océano, donde todos somos iguales en la oscuridad.

jueves, 12 de marzo de 2009

Despedidas.

Guarda entre sus manos el anochecer de los miedos,
cuidando del Sol que nunca marchita,
atando con nudos de seda los otoños que no despiertan.

Derrama en pensamientos lo que nunca sintió
y su piel es jardín de todas mis esperanzas,
donde crecen sueños que nunca descansan.

Rescato instantes ahogados en su mirada,
como lluvias de mar en oleajes sin luna,
una estrella en susurros atrapada
por una pasión sin nombre ni futuro.

Inventó penumbras para estar conmigo,
perfilando oscuridades en sus labios
y renunció a la vida para no morir,
recordando esencias del olvido
tan eternamente que borró su fin.

Y hoy ha vuelto a cargar sobre su espalda
el peso de la soledad,
volando en los vientos de mi libertad,
escondiendo entre sus alas jirones de mi corazón
para llevarlos hacia el último horizonte
donde no existen despedidas.

Volver a nacer.

Cuando el olvido se alce en el trono
con la memoria rendida a sus pies,
cuando el telar del recuerdo se incendie
y deje un reguero de hilos de ayer,
cuando en volutas se torne el pasado
será el momento de volver a nacer.

Busca en tu mente las huellas del tiempo,
libera el silencio que acalla tu voz
y piensa que el reflejo de lo que has vivido
tiene más de un sentido en tu corazón,
que el rostro del viento conoce tu llanto,
que todo es posible si encuentras tu sol.

Y corre hacia lo que aún no has cumplido,
atrapa en tus manos lo que huye de ti
y siente en tus venas brotar la esperanza
que te llena y te libera como un elixir,
y deja que fluya a través de tus dedos,
que alcance aquello por lo que quieres vivir.

martes, 3 de marzo de 2009

Historia de un hombre.

Ahora duerme sin soñar, como una tierra sin nombre donde se alza el polvo de las razones sobre la lluvia, que cae en silencio como un lucero. Siguiendo su camino, que ha visto marchitar muchos sueños eternos, encontró la cordura bajo el manto del silencio y escribió en el viento palabras de amor que se convirtieron en estrellas. Alguna vez creyó en el destino, pero lo olvidó, pues en las fronteras hay que desnudar el alma y siempre se queda algo atrás, entre lunas y sombras. Viajó de noche y de día, evitando los crepúsculos que se le clavaban como espinas en la piel, decía que no soportaba las cosas a medias, y era verdad, todo en él era blanco o negro, hasta el mañana, que si estaba triste no existía.

lunes, 2 de marzo de 2009

Vida fugaz.

Murió una noche de auroras ausentes, de soles ardientes en otra mitad, vivió sin saber que la vida dura más de un día y jamás conoció la felicidad. La luz fue un cruel acertijo que apenas sus ojos llegaron a ver, el llanto de un recién nacido, el único sonido que pudo aprender y el frío que hacía aquel día fue el manto que cubrió su piel. Su madre, creyéndolo muerto, dejó abandonado al fruto de un querer perdido y quiso que sólo lo conociera el olvido y que nadie supiera de aquel antiguo error cometido. Descansa ya bajo la tierra su pequeño cuerpo, sin creer en dioses, sin temer infiernos, sin culpar al destino, al azar o a la suerte, sin preguntar qué vendría después de la muerte que ya percibía...

domingo, 1 de marzo de 2009

Deflagración inminente

Atrapando tormentas entre las manos, sintiendo que todo puede estallar en cualquier momento, como una bomba vieja. No sé qué me hiere más, si las palabras o los silencios, las acciones o la quietud, las verdades o las mentiras. Hay demasiadas reminiscencias como para sentirme cómoda en tu presencia, que es a la vez la ausencia de todo lo demás. Día tras día me doy cuenta de que hay muchas cosas que fallan debajo de la apariencia perfecta, una tensión imperceptible en la superficie me anuncia que todo está a punto de cambiar. Y me temo que no será para mejor, pero no sé que puedo hacer para detenerlo. Ya veo el humo que anuncia la llama y por mucho que busco dentro de mí, no encuentro el origen del fuego ni creo que pueda apagarlo.