Me hizo mucha gracia encontrarme esto en el ordenador. Resulta que hace un par de años me hice adicta a la serie Battlestar Galactica 2003, y después de ver la tercera temporada (no recuerdo si el principio o el final), me dio por escribir esto. En el mundo fan, esto es lo que se llama un "fic", es decir, una historia inventada a partir del contexto y los personajes de una serie, un libro, etc. A parte de un par de escenas cortas y chapuceras de los Merodeadores de Harry Potter no he escrito nada de este género, pero los personajes de Kara y Lee me fascinan, y de ahí debió de salir esto. Sinceramente no recuerdo si tiene spoilers porque se me queda muy difuminado todo el contexto de Battlestar Galáctica y la división entre temporadas (este verano tengo que volver a vérmela sin falta porque es cojonuda, y su final es el mejor de toda la historia de las series). Aquí lo dejo.
Kara no sabe si está teniendo alucinaciones por culpa del alcohol recién destilado que Tyrol ha hecho en el almacén de armamento (como en los viejos tiempos) o porque lleva más de tres días sin dormir. El caso es que se mira al espejo y al lado de su cara pálida y ojerosa un también cansado Lee Adama le guiña un ojo. Cada vez que se vuelve no ve a nadie, pero está convencida de que Lee está jugando con ella. Y eso la desconcierta. Y mucho, porque siempre es ella la que juega con él, no al revés. A la tercera vez se termina de un trago el alcohol que queda en el vaso y lo deja con fuerza sobre una mesa que se tambalea ante el embate.
-¡Sal de una jodida vez, Apollo, no estoy para tus bromas!- Grita Kara. Cree percibir que una sombra se mueve a su izquierda. Con la mano derecha agarra la botella que está en el estante superior de su taquilla, junto a una pequeña caja de madera de Cáprica donde guarda esas cosas que no quiere ver pero que tampoco se decide a tirar y cierra bruscamente la puerta, que rebota con un estruendo metálico.
Levanta la mano y agita la botella.
-Vamos, ¿Un traguito antes de salir a volar con los novatos?-Silencio.-Venga, Lee, ¿no querrás que me beba esto yo solita, verdad? ¿O es que quieres que me emborrache para que puedas seguir con tu jueguecito?- su tono de voz va bajando y le da un largo trago a la botella. La sombra se mueve de nuevo.- ¿Hasta cuándo vamos a estar así? Ya no puedo seguir mirando a Sam a la cara sin tener ganas de partírsela por ser tan jodidamente permisivo conmigo. Por lo menos Dualla tiene su orgullo y no te dirige la palabra por ser un maldito infiel, pero Sam viene a buscarme cada noche aunque dos minutos atrás nos haya encontrado dándonos el lote en mi cam...
La sombra se mueve hacia la luz y Lee Adama acorrala a Kara, ahoga su voz mientras la besa, ata sus palabras con su lengua, las destroza con sus dientes y diluye sus pedazos en su saliva, hasta que sólo quedan sílabas encadenadas entre gemidos con sabor a guerra.
Todo entre ellos son peleas por ver quién tiene el control.
Por mucho que Lee tenga un rango superior a Kara todo el mundo sabe quién es el mejor piloto de los dos. Claro que cuando ser mejor piloto implica también tener tendencias más kamikaces, conviene a alguien más sensato para ejercer el liderazgo, pero entre las sábanas están igualados, porque lo único que puede salir mal parado son sus corazones, y los dos los tienen tan maltrechos que realmente no les importa lanzarse en una caída suicida mientras puedan tenerse el uno al otro unos instantes. Tampoco es que pudieran aguantarse mucho más, porque muy probablemente, acabarían por destrozarse mutuamente.
Aún así, prueban a tantearse de vez en cuando porque esos momentos en los que están juntos se sienten dolorosamente vivos y completos, aunque después pesen las consecuencias, la moral y las miradas acusatorias de sus parejas.
Porque se necesitan, porque llevan gravitando alrededor durante muchos años, y aunque los dos saben que si chocan no habrá quién les recomponga, vale la pena correr el riesgo.
Porque a pesar de haber vivido vidas distintas tienen cientos de cicatrices parecidas. Y la primera de ellas, la más dolorosa, con el mismo nombre: Zak Adama. Y de alguna forma, mientras se besan, mientras se acarician, mientras se acuestan juntos, esa herida ya no duele, y el resto deja de tener importancia.
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