domingo, 3 de octubre de 2010

Soledad y otras libertades.

I

Vente a dormir princesa de mis días
que el aire desbordado
ha empapado los caminos
y llueven esqueletos de secretos.

No quiero que te empales por un beso.

II

La sangre que hoy suspira por caricias
quiere cantarme alto y claro y fuego,
pero no está mi corazón para un incendio,
no está mi soledad para una huída,
sus alas son de humo y hierba y hielo
y no conozco vuelo a ser tu sueño.

III

Querría haberte dicho tantas cosas,
que soy a amar lo que es el mar al infinito,
que si tus ojos fueran mariposas
yo le robaba tiempo al tiempo
y los haría eternos como mitos.

Querría haberte dicho que te quiero
pero ser libre exige sacrificios
y aunque me inmole al dios de los furtivos
aún entre las llamas, no te olvido.

IV

Ceniza y voz y no temer perder
la vida que atesoro bajo piel,
la lenta madrugada.

Volar con horizonte vertical,
llegar más lejos de lo que pude imaginar,
dormir con el mundo a ras del cielo
y a pesar de todo, echarte de menos.

V

Vuelvo a ver tu mirada y somos dos
en la misma encrucijada,
pero esta vez el miedo se ha perdido:
si huele a libertad,
quiero que sea la de estar siempre contigo.

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