I
Al titiritero le temblaba la voz,
pero las marionetas
bailaban sin descanso
entre sus manos viejas. Eras tú
dormido entre los hilos,
medio perdido y medio encontrado.
II
Teníamos respuestas de repuesto,
pero no corazones
que valieran por dos.
Y probamos sentidos,
desgastamos los nombres
y el pecado fue no reconocer
todas las tentaciones.
III
Nos queríamos tanto que querer
no era cierto. Y el cincel
perfiló los esquifes
de las horas en llamas.
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