sábado, 6 de noviembre de 2010

Memoria cromática.

En el templo abandonado reclama el sol
su reino custodiado por vidrieras centenarias. Huele
a flores de rendija, a piedra vieja,
a la incierta sombra de noches y cenizas.

El polvo de la eternidad se arremolina
ante nuestros pasos cautos:
intuye nuestros pies de ciudad nueva
y grita "piedra, siempre piedra,
ni acero ni cristales de murano,
la piedra es inmortal". Y se alza
quemando las pupilas
y el tiempo es entonces arcoíris
que surge en la tormenta de la historia.

Te miro y cojo tu mano,
mi nada sobre el blanco de tus dedos
e imagino que has de guardar todos los colores
de tus sueños, todas las estrellas
de tu vida ardiendo enajenadas,
todos los veleros surcando osados
los quiebros más inhóspitos del viento.

Y pienso que ojalá algún día
pueda mirarme en el lienzo de tu memoria,
que me pintarás de azul,
suave como un beso fugaz en el ocaso
o con el dorado de habernos amado
como los arces, dueños de un otoño inmaculado.

No hay comentarios: