lunes, 10 de mayo de 2010

Primavera.

Las horas espían a la primavera que se echa a dormir, al verano que se despereza y ríe presintiendo que ya le llega el turno de actuar. El cielo transforma el sol para que ilumine de una forma diferente, para que haga las cosas más nítidas, más corpóreas, lo ajusta de tal manera que los amaneceres son afilados y los atardeceres se difuminan y alargan, como una pincelada de acuarela. El tiempo huele a flores, al rocío de la hierba. A mucha gente le encanta, el olor a cesped húmedo, pero realmente prefiero cuando está recién cortado y casi puedes sentir el millar de heridas sangrantes sanando, como una promesa de victoria. Y el aire... el aire es mágico, cargado de sueños, de expectativas, de deseos a punto de cumplirse y de risas frescas.

Adoro la primavera, porque es la vida en su justa medida, a punto de estallar.

No hay comentarios: