lunes, 20 de febrero de 2012

El bar de la esquina.


Hay un lugar sin tiempo, gentilhombre
de ladrillo, gotelé y cerveza vespertina,
maderas aún más nobles que su nombre,
tierra de nadie, es el bar de la esquina.

Allí se entretejen las agujas del dolor
con los hilos de alegrías maniatadas,
deshecha y rota la paleta del color,
pintando acuarelas de vidas imaginadas.

Peter Pan dejó al fin de buscar su sombra
y pidió un tequila contra las penas
de las que se escuchan y nadie nombra
hasta que no suenan las sirenas.

A la barra acudieron hasta los abstemios,
los héroes de capa caída, las princesas,
los rockeros de pro, los punkis, los bohemios.
Ronda gratis de absenta, de azar y sorpresas.

De copas vacías se llenó el corazón,
madrugada en la calle sin llaves del coche
con las lunas tintadas, quemazón
tras haber incendiado la medianoche.

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