sábado, 7 de septiembre de 2013

Soneto.

Acaso nos encontramos si al perdernos
por las calles de Madrid, evanescentes,
como dos gotas de lluvia en la corriente,
nos sorprende el tiempo siendo eternos.

Atesoro tu mirar como el que guarda
dentro de sí el secreto de algún sueño
o se sabe poseedor, que no dueño,
de una llama que en latidos se resguarda.

Te haría ser del universo mito
si con ello eternizara tu sonrisa
y convirtiera tu cuerpo en infinito,

pues nos tendríamos sin lugar, sin prisa,
calmando el temor a lo inaudito
en mi voz, en tu mirada, en nuestra risa.

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