Te deslizas como una sombra bajo la luz del atardecer que declina, ganándole terreno a ese mundo que nos cae encima como un aguacero, gota a gota, segundo a segundo. No puedo evitar mirarte limpiamente y llegas a mí sin detenerte al traspasar las fronteras de mi intimidad. No quiero esa clase de cortesía, no ahora que todo parece confluir en el espacio que nos separa y sólo quiero tenerte cerca, siempre a mi lado.
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