jueves, 9 de julio de 2009
Juntos.
Podíamos volar sobre la historia como pájaros de alas inmortales, tan inalcanzables que preferíamos respirar océanos a descontar latidos. Sabíamos bien dónde darle esquinazo al viento, dónde esconder las dudas, dónde dejarnos caer sin dejar de elevarnos a los abismos. Sabíamos bien donde hacerle quiebros al destino y el lugar exacto en el que nos daría alcance la extenuación, pero aún quedaba tiempo tras los aguaceros, y no pensábamos parar, no hasta que las costuras estallaran dejando abiertas las heridas de antaño. Huíamos del ayer que planeaba como una sombra sobre el mañana, y no era justo tener miedo del pasado. No era justo, y eso era suficiente para arrancarle las palabras al olvido y forjar nuestra cárcel infinita de recuerdos y metas. Darnos por vencidos no era una opción, y siguiendo adelante nos encontramos andando en círculos sobre aquello de lo que pretendíamos escapar. No nos dimos cuenta hasta que fue demasiado tarde que desear que algo no existiera no era suficiente para hacerlo desaparecer. Había que enfrentarse a ello, y cuando quisimos hacerlo no nos quedaban fuerzas ni remiendos. Pero había algo con lo que no contábamos. Nos teníamos el uno al otro para cosernos las alas antes de estrellarnos contra el suelo. Nos lanzamos al centro de la tormenta como dos flechas ingrávidas, sosteniéndonos corazón con corazón, y mientras caíamos, vencedores y agotados, nos miramos y supimos que el final aún estaba lejos de nosotros. Cuando tocamos tierra, después de tanto tiempo surcando el cielo, estábamos en el lugar de donde partimos siendo dos desconocidos. En ese mismo instante comprendí que no habíamos esquivado el destino, sino que nos habíamos lanzado contra él. En ese choque se rompieron otros mañanas distintos, donde no nos hubiéramos mirado, donde no hubiéramos enfrentado nuestro pasado, donde seguiríamos huyendo hasta la muerte. Estábamos ahí, como al principio, pero ahora no teníamos cargando sobre los hombros el peso del ayer. Estábamos ahí, como al principio, pero ahora se abrían puertas hacia miles de futuros, en cada uno de los cuales, fuera lo que fuera lo que hiciéramos, estaríamos juntos.
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