miércoles, 11 de noviembre de 2009

Pensamiento fronterizo.

Puedes esperar, presentir,
contagiar las sonrisas
a vistazos de la madrugada,
pero no despertar al Edén
sobre hierba mojada.

Si tienes suerte tal vez un error
te consigue abrir puertas al cielo,
pero no debes perder una vida
en los dados del juego:
las apuestas más altas no engañan
si juntamos a un tiempo
el valor, la esperanza y las ganas.

Y si quieres reir,
yo te coso a escondidas
un final importante,
una estrella inconstante
que te cumpla deseos
y entretanto te cuento algún cuento
de contar los pequeños instantes
descontandole al mundo
el dolor y los miedos.

Y si quieres vibrar,
dar un salto, gritar,
yo te doy la constancia,
el tesón, el esfuerzo,
y podrás conseguir una voz
que levante al momento
el susurro del sueño
cuando pienses en ir a peor.

Y si eres pequeño o un gigante
y si intentas ser siempre un extraño,
yo te escribo lo imposible y lo raro,
lo normal y lo cotidiano
y tatúo en tu piel la señal imborrable
de mis años contigo
y te llevo a un lugar
donde todo lo que es importante
se hace nada
y la nada es lo único que vale.

Y si eres culpable,
yo te quito el delito
de robarle el olvido a los mares,
que entre olas y arena
no merece la pena
seguir con disfraces.

Y aquí dejo esta historia inmoral
de consejos perfectos para cuando aún estás
persiguiendo el latido del viento
cuando lo que nos queda sólo puede acabar,
y soñamos con ser inmortales
hasta que se nos rompe la eternidad.

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