domingo, 17 de mayo de 2009

Hasta nunca.

Y se calla la voz que anuncia el final
de la comedia del día: "c'est finni,
au revoir". Y las palabras de oir
tanto ruido se esconden deprisa.
Y me pregunto si ves la ironía
de cada silencio, que solo se siente
si un sonido lo corta en pedazos.
Hoy voy remendando con luz
las heridas del tiempo
que aún no han cerrado, hilo el cañaveral
de la orilla más fría del atardecer,
susurrando "lo siento" y "te extraño",
rematando con un "hasta otra" el punteo,
y te ato y desato recuerdo a recuerdo
pues me sé de memoria el color
con que trazas tus sueños,
y la ruina y la tregua y la rosa
de tus más sinceras sonrisas. Pero
no transfiguro tu nombre, lo mantengo
cubierto de escarchas y brumas.
Que la lluvia difumine tu rostro,
mas no habrá en el mundo un diluvio
capaz de borrar de mi vida
la sombra de un amor que fue tan profundo.


Lo reconozco, me volviste a pillar desprevenida, pero esta vez las únicas lágrimas fueron de risa, de pura incredulidad. Piensas que me castigas con tus palabras, pero "venganza" pierde su amenaza cuando la esgrimes en nombre de un diós en el que hace mucho que dejé de creer. Cosas como estas me hacen pensar que quizás nunca te conocí de verdad, que tenía la proverbial venda sobre los ojos y no pude verte tal cual eras. Cuando pienso en lo que te has convertido no puedo evitar la sensación de que me alejé a tiempo del ojo del huracán.

Ahora ya no hay hueco para "lo siento" ni "te extraño". El tapiz está acabado ya, lo guardaré en un rincón de la memoria tan solo porque olvidar no está permitido. De los errores se aprende, ya ves, incluso de los errores de otras personas. Ya no me volverás a decepcionar, eso se ha terminado, igual que todos los hilos que cruzaban nuestras vidas. He decidido coger las tijeras y tejer el punto y final. Hasta nunca, Alberto. Hasta nunca.

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