miércoles, 23 de diciembre de 2009

Irrealidades.

I

Se ha olvidado la orilla del camino
de quitarle agujas a los pasos,
con los pies descalzos no camina el viento
pero se descorren los cerrojos
como una ráfaga constante de heridas.

II

No probaré la sangre,
el gusto es siempre dulce
y metálica la lengua
y acerado se queda el corazón.

Porque de huidas sabe el nombre de tus venas
y de encrucijadas las manos, nunca dormidas.

III

Dejaré la voz para mañana,
el tacto hoy es cumbre
de la cordillera abrupta del desprecio.

Querrás batir el agua, querrás tocar el fuego,
pero en la eterna calma del silencio
encontrarás fronteras
de largos saltos que cubren los secretos.

Oirás el escenario pulsátil de lo imposible
y alzará el coro su marea oculta
mientras se pierden tus labios en los gemidos
y tus ojos buscan, en vano, un asidero.

"Todo da vueltas, nada es fijo" dice el tiempo,
"jamás algo es igual, siempre es distinto"
proclama el espacio, y el acuerdo tácito
de confluir en otros cuerpos
nos atrapa lejos del allí y del pasado.

IV

Dame la espalda hoy, que el rostro frena
la tenue liquidez del estremecimiento
y toca tu reflejo, pues antes de llegar
tu habrás tenido que volver de mi intención.

Quiero ser doblemente conservada en tu memoria.

De hielo y de ruido, de arena aurífera
que corre abajo con vuelo errático
de éxtasis y suspiros y otros besos furtivos.

De placer y de temor quiero enredarme
en la tupida enredadera de tu pelo,
en la nube terrenal de tu pecho,
en la estrecha tempestad de tu cintura,
en la tranquila rigidez de tus dedos.

Ya no quedan horas,
sufren los minutos
porque contigo una micra es un paraíso.

Y todos sabemos que hasta eso está prohibido.

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