lunes, 1 de junio de 2009

Pensamientos a deshoras.

Ya sabes lo que cuentan:
que el sueño y el amor
comparten condición
de insomnes amantes.

Me pregunto si soñar no será enamorarse cada día un poco de uno mismo.

Creo que me voy a quedar sin ser al menos por un momento, tan sólo estaré y viviré, pero no dejaré ideas concebidas. Le daré un poco de espacio extra al corazón, a ver si late más deprisa, que se me van durmiendo las letras entre las manos y aún queda mucho por aprender antes de llegar a la siguiente etapa del viaje. Una parada táctica (y tal vez algo técnica) dedicada a crear un ensueño momentáneo que me reanime las ganas.

Escucho el sonido del mar, los recovecos del viento infiltrándose en la espuma, la arena que se hunde bajo el peso de una sonrisa. Y al este, un amanecer.

Si el sueño es enamorarse, esto ha sido un encaprichamiento fugaz para desperezar los sentidos.

Ojalá llegue pronto el 23. Necesito un sueño hecho realidad. O un orgasmo mental. O quizás las dos cosas.

No sé cuándo volveré a pasar por aquí, porque hasta dentro de unas semanas -tres estresantes y agotadoras semanas- no debo malgastar el tiempo.

¡¡À bientôt!!

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