lunes, 14 de septiembre de 2009

Memoria selectiva.

Es curioso lo rápido que olvidamos la felicidad, lo fácil que es entregarse al dolor. Cuando somos felices no pensamos que somos felices, sólo pensamos en la felicidad cuando no la tenemos. Es sencillo acostumbrarse a ser feliz. Pero a la mínima señal de preocupación, miedo o dolor caemos con facilidad en el abismo. Tal vez deberíamos cambiar nuestra perspectiva. Sacarle provecho al dolor, aleccionar la calma con el rumor de las tormentas, disfrutar de la felicidad y ser plenamente conscientes de que aunque no tenemos todo lo que queremos, queremos todo lo que tenemos.

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