martes, 29 de septiembre de 2009

Roca y caramelo.

Persigo certezas que revolotean a mi alrededor como mariposas y se me escapan entre los dedos. Tengo que ser más rápida en esto de construir redes imaginarias, o pronto empezarán a escaparse no sólo las volátiles certezas que surgen en un instante, sino también las lentas y pesadas creencias que recubren mi corazón. Caramelo y roca. Hoy me ha dado por recordar esas teorías que hicimos las tres un día, filosofando a nuestra manera del mundo que ya empezaba a dar sombra y vida a nuestros deseos. Solíamos ser inseparables, la luna, el sol y la tierra. Ahora ya no nos dirigimos la palabra ni podemos considerarnos amigas. Ahora somos casi unas desconocidas. El sol decía que tenía el corazón cubierto de caramelo, pero su centro era de una roca muy difícil de penetrar. La luna creía tener el corazón como una aleación uniforme, a ratos roca y en otros caramelo, según el momento, las personas y el lugar. Yo, la tierra que podía observarles a los dos, al sol y la luna, pensaba que tenía el corazón cubierto de roca y relleno de caramelo. Y aún lo pienso. No sé a qué vino eso de que todos en el fondo tenemos diferentes mezclas de roca y caramelo en el corazón, pero en días como hoy (que no debería recordar nada del pasado, sino aprender y retener lo máximo del presente) a veces vienen a mí pensamientos de tiempo atrás, de un pasado donde el yo actual aún esperaba entre bambalinas hacer su entrada en la actuación. Se han cerrado y abierto muchas veces los telones desde entonces, y el atrezzo ha cambiado, y la historia nunca acaba de tener un final, pero cada vez que llega la noche y se apagan las luces, queda en el aire un eco de las voces que llenaron el escenario y el olor a chamusquina del olvido reduciendo a escombros y ceniza los pasados. Pero aún están ahí, son el polvo que cae eternamente como una lluvia invisible que no se ve, pero que está ahí, haciendonos toser de vez en cuando y reviviendo momentos del ayer. Tal vez debería limpiar un poco los rincones, no sea que me de por estornudar y acabe espantando los buenos sueños de hoy.

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