Ojalá quede algo de mí para el mañana,
un espacio vacío de silencio
de entre toda esta jungla de palabras,
para poder enredarme en algún corazón
y hacer de mi pasión un universo
y perdurar en alma entre mis versos.
Tal vez no esté despertando aquí las voces dormidas,
sino escribiendo un remedio para la memoria.
Porque el recuerdo es relativo,
pero el olvido, si nos alcanza de verdad
será por siempre,
y quiero de alguna forma mantenerme viva,
eterna en el sentido cotidiano
de ser palabra y voz y todavía
sentir el mundo como si fuera humano:
mortal, que se nos viene encima,
hermoso, omnipotente y mercenario.
Y he aquí una suerte de epitafio
por si acabo mi viaje antes que tarde:
"Cuando falte latido en este pecho,
cuando duerman por siempre mis sentidos,
dejadme ser el agua, probar el aire,
flotar y formar parte de esta tierra,
que vida hace brotar y vida entierra,
y transformad mi cuerpo en cenizas
y guardad una parte en el corazón del mundo,
otra en el mar que atesora y eterniza
y la última, echarla a volar en Finisterra,
pues en donde yo estaré, la única prisa
será la de encontrar el fin del tiempo
y ocupar el último bastión de la alegría,
más allá del Sol y las estrellas."
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