sábado, 3 de octubre de 2009

Madrid.

Caminando sobre miles de pisadas,
cruzando plazas con olor a historia,
bordeando jardines de suelos milenarios
se me antojan las calles un desván de memorias.

Esquivando miradas tanto como personas,
desapareciendo entre ruido y gentío
empequeñeciendo bajo cada fachada,
se me cuela la tarde entre la piel y el olvido.

Renombrando cenizas donde ardieron fuegos
que aún no han apagado los cristales ni el acero,
aún dormita en ti la esperanza súbita
de perder las horas y ganar recuerdos.

No cambies la belleza de tus atardeceres,
que en cada anochecer se escuche tu canción,
Madrid indómita, Madrid erosionada,
no dejes que el pasado se quede con tu voz,
Madrid inconfundible, Madrid aletargada,
en cada piedra escucho tu arcano corazón.

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