domingo, 11 de octubre de 2009

Microrrelato II. Mirada felina.

El gato esquivaba los cadáveres, husmeando algún que otro bolsillo en busca de chucherías, arrancando de cuando en cuando pedazos de carne de los miembros amputados que llenaban las calles. Compartía el festín con cuervos, ratas, insectos y algún que otro buitre que se había desviado de su ruta migratoria por el olor a sangre que el viento le había llevado. Había suficientes cuerpos para alimentarlos a todos durante semanas.

El gato levantó la cabeza al percibir un sonido que provenía del hotel del pueblo. La puerta se había abierto con un chasquido y bajo su dintel una figura humana oscura e inquietante se relamió los labios a la vista de la matanza que había producido. Cuando se percató de que el gato lo miraba sonrió, se agachó y le ofreció un bombón de chocolate. El felino se acercó confiado y cuando estuvo a su alcance, el hombre le arrancó los ojos y se los metió al bolsillo.

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