Contando vidas inevitablemente
como una pendiente de palabras
que caen y tiran, que me atrapan sin parar:
quien te mira y quien te ve,
quien se oculta cuando hablas,
quien olvida o quien te deja de querer...
Y tropiezo contra el miedo
de no ser quien quiero ser,
de esperar por mucho tiempo
o de no esperar jamás,
se me enreda entre los pies
distinguiendo entre personas
quien te escucha y quien te oye,
quien te deja y quien se fue,
quien se marcha y quien se aleja,
quien te guía si no ves,
quien te lleva sin dudar
donde nada hace daño,
ni siquiera recordar...
Y entre tanto parpadeo
ya no anhelo despertar,
porque hay quien siempre encuentra
cuando no quiere buscar,
quien se estrella y quien te da
las palabras necesarias
para cuando hay que callar
si el silencio es lo que vale
atrapar la libertad.
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