Y qué más darán los nombres
dice la Emperatriz. No dan igual,
por ellos vas muriendo.
Si te digo amante no es lo mismo que amado,
no es lo mismo que amor, que enamorado.
No todos ellos aman o son amados
por más que hundan sus raíces
en el mismo lodo léxico.
Hay peces de colores
y la tarja envenenada,
hay osarios dignos de un cementerio
y energía pura en sus orígenes.
No quiero contradecirte, Emperatriz,
pero Ende te hizo esclava de los nombres
y si lo olvidas
volverá a correr la nada en letras rojas,
en letras verdes.
Te alcanzará como tortuga que se hunde,
como dragón irisado.
Te cazará el lobo en la ciudad de los cuentos
y no serán infantiles tus gritos
ni noble tu agonía,
como no lo fue para Romeo y Julieta
aquel nombre, aquella promesa dulce
del amor eterno.
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