miércoles, 2 de enero de 2013

Tres días de invierno.

Se avecina una tormenta actualizadora, he tenido un boom de inspiración (probablemente como catársis a la tensión de las oposiciones).

Que todos los recuerdos se reúnan:
el amor, los deseos y las cicatrices,
tengo de plazo tres días de invierno
para hacer crecer una flor con sus raíces.

Puede que hayan pasado solo tres noches de invierno
pero fueron bajo la luz de una luna saciada,
alimentada argéntea de toda una vida.
Recolecté de sus claros las musas
que abrieron las exclusas
e inundaron los sueños.

Partí de cero y este por la mitad
y enmudecí las horas con percusiones grises.
Que no te engañe la similitud de palabras,
cada río viene de un lugar
distinto y desemboca, eso sí,
en el mismo mar.

Arrástrate en la taquigrafía
de estos versos
y llévame contigo hasta encontrarme
de nuevo en la geografía
de otros días.
Deslúmbrame de luz emancipada
de la costumbre de las marejadas,
yo haré de ti un accidente acuático
que fluya entre las letras.

Y me ahogaré lazárica
a los tres días,
en alfa y en omega transformada
para escupir la cáscara de mis pretensiones
pues mi único y exiguo patrimonio
cabe en la palma de una mano.

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